28 mayo 2008

Uno de los grandes
Los aficionados al cine solemos tener nuestro panteón de directores y eso nos convierte en ocasiones en seres monotemáticos que hablan siempre de los mismos: que si Coppola, que si Carpenter, que si Scorsesse, que si Burton, que si blablablá… Por ello, no es de extrañar que frecuentemente caigamos en injustos olvidos, como si no hubiera más cineastas destacables en el mundo. A mí me ha pasado esto con Sidney Pollack, un director que, a priori, nunca diría que es de mis favoritos. Al leer la triste noticia de su muerte, hice un repaso mental de su filmografía, y sólo entonces reparé conscientemente en que el tío era un director como la copa de un pino.

Hagan memoria: Danzad, danzad, malditos; Los tres días del cóndor; Las aventuras de Jeremiah Johnson; Tal como éramos; Tootsie; Yakuza; El jinete eléctrico; Memorias de África; La tapadera… ya quisieran muchos directores laureados tener en sus filmografías la mitad de estos títulos, sobre todo los de los 70 y mediaods de los 80, su periodo de más calidad. Incluso sus peores películas, como La intérprete tienen grandes momentos (en este caso, la electrizante secuencia del atentado). De repente, me he sentido mal por haber mantenido en mi escala cinéfila a este figurón en un escalafón tan modesto. Era un estupendo director de actores y, aunque se lo tiene sobre todo por un director romántico, también era un maestro en las escenas de suspense.

A ello deberíamos añadir su calidad interpretativa, sobria pero convincente (justo las mismas características de su dirección). Últimamente había hecho de abogado sin escrúpulos en Michael Clayton, pero también es estimable su corta pero hilarante secuencia en La muerte os sienta tan bien, su secundario de lujo a las órdenes de Kubrik en Eyes wide shut y, sobre todo, su papelón en Maridos y mujeres, de Woody Allen.

Curiosamente, hace un par de días leía acerca del estreno de un telefilm producido por él protagonizado por Kevin Spacey, titulado Recuento, que ha tenido muy buenas críticas y que no sé yo si podremos ver por estos lares. Narra en clave de farsa el irregular escrutinio de votos que dio la victoria a George W. Bush en Miami Dade frente a Al Gore (Pollack era del frente progre de Hollywood, motivo que aumentan aún más mis simpatías).Y un día después, me toca leer su fatídico obituario. Una verdadera lástima, porque se ha ido uno de los grandes… sólo que he tardado algo de tiempo en darme cuenta.


25 mayo 2008

Tienen que cerrar Eurovisión con un candado de los gordos y tirar la llave por la alcantarilla

Tras ver el Festival de Eurovisión 2008 el pasado sábado 24 de mayo, me reafirmo en lo que ya expuse hace unos meses: lo más sano, coherente, cabal y lógico es tomarse este certamen a cachondeo, por lo cual la opción Rodolfo Chikilicuatre me parece la más acertada. Porque vale, es hortera, friki y ridícula. Pero es así a propósito. ¿Ustedes vieron al ruso que ganó? Sí, ese que iba descalzo y de blanco nuclear, se abrió la camisa antes de dar la segunda nota y se acompañó por un violinista sobreactuado tocando un Stradivarius y un patinador sobre hielo cuyos brazos debían estar desencajados de tanto que los movió y que había que verlo para creérselo. La canción era más audible que el Chiki Chiki, aunque no dejaba de ser la enésima balada melosa, similar a otras diez que se oyeron esa noche. Pero la puesta en escena y la coreografía (por llamarlo algo)…eso sí que era friki, hortera y ridículo… ¡y era en serio! Mejor véanlo (pero sólo una vez, más sería temerario y un suicidio mental):



No voy a ser tan ácido como para decir que todo el festival fue una porquería: había canciones que, sin ser maravillas, eran más que dignas. Sin embargo, ya han visto lo que prefirió el “público soberano”. Visto lo visto, entiendo perfectamente que Austria se haya mandado a mudar del festival. Así que España, o bien se retira de futuras ediciones y deja que esas alegres repúblicas bálticas sigan votándose entre ellas, o persiste en la vía chikilicuatrera: contra la horterada, cachondeo.

22 mayo 2008

Héroes

Hoy estrenan la última película de Indiana Jones (de la cual hablaré cuando haya podido verla, ganas no me faltan), y se palpa en el ambiente mucha expectación. Acaso porque estamos faltos de héroes, y por ello disfrutamos tanto cuando podemos ver a uno en acción, aunque sea en el cine. La realidad es dura y compleja, y no parece apta para heroicidades: a la hora de la verdad, pocos serían capaces de arriesgar su vida por la de otra persona o por luchar contra la injusticia. Pero de vez en cuando la vida nos regala a una persona extraordinaria que, en ocasiones, posee un valor superior al de cualquier ficción.

Desde hace años las costas de Gran Canaria cuentan con un peculiar guardián, de nombre Manuel Sosa, más conocido como Sandokán, que ha salvado más de doscientas vidas de bañistas en apuros. El hombre ahora pasa por un duro trance de salud del que poco a poco se está recuperando, y desde ayer ostenta la flamante Medalla de Oro de Canarias, que recibirá el próximo 30 de mayo. Puede que no sea tan fotogénico como Harrison Ford, pero desde luego que tiene el mismo carisma y muchísimo más valor. Desde aquí, enhorabuena.

(Foto: Manuel Sosa, foto de Juan Carlos Alonso para Canarias7)

19 mayo 2008

¿Y los royalties del Dr. Moreau?

Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, y hay noticias que al leerlas se te queda cara de lelo. La cosa no es únicamente que un grupo de científicos haya ideado la manera de crear embriones híbridos de humano y vaca, sino que el parlamento británico ha aprobado la ley que permitirá que esos experimentos sigan adelante.

Generalmente me considero una persona abierta a los avances científicos, y seguramente este procedimiento será muy útil para investigar ciertas enfermedades. Pero lo de mezclar humanos con vacas (o churras con merinas, que al final es lo mismo) produce en mí el mismo efecto que una sobredosis de los yogures esos que regulan el tránsito intestinal. Hace cincuenta años empezaron a investigar la fusión del átomo por el bien de la humanidad, y fíjense la que se montó.

Por ahora la ley sólo permite que esos embriones fecundados vivan catorce días. Pero mi imaginación frikosa, afectada por tantos años de películas de marcianos y alimañas varias, no puede evitar pensar en un futuro de humanos mutantes: policias con genes de doberman, inspectores de hacienda con ADN de mosquito y obreros dóciles con cerebro de ovejita, por ponernos en plan distopía chungui-salchichera.

Hoy más que nunca me acuerdo de ese doctor Moreau que ideó H.G. Wells y que en cine tuvo las pintas de Charles Laughton, Burt Lancaster y Marlon Brando en sucesivas versiones. Me pido ser “el que dice la ley”, que tenía cuernos de chivo pero al menos era medio jefe.

17 mayo 2008

Telma Ortiz no tiene razón; los medios tampoco

La demanda de Telma Ortiz contra treinta medios de comunicación ha sido desestimada por la juez, ya que, según el auto, la interesada es una persona con proyección pública y, por tanto, la ley indica que se la puede fotografiar en lugares abiertos. Entre los editores de entretenimiento rosa (me niego a llamarlo periodismo), se ha recogido la noticia con satisfacción, y se les ha llenado la boca hablando de “censura previa”, “libertad de expresión” y demás grandes palabras.

La Ortiz es una persona pública aunque le pese; al fin y al cabo, no es culpa suya que su hermana se casara con quien lo hizo, por lo que se podría decir que Telma es famosa por “causas sobrevenidas”. Pero la cuestión aquí es si el hecho de tener proyección pública la obliga a tener que soportar una nube de fotógrafos a cada paso que dé. La ley dice que sí, y como tampoco estableces grados entre las personas públicas, me temo que la pobre se tendrá que aguantar. Pero a nadie se le escapa que no es lo mismo Telma Ortiz, famosa a su pesar, que Ana Obregón, famosa compulsiva. Y la ley debería recoger esos matices.

Por otro lado, me repugna que ciertos medios de comunicación hablen tan alegremente de evitar la censura y defender la libertad de expresión. Este derecho le costó la cárcel, el exilio o el ostracismo a mucha gente en un pasado no muy lejano, y no creo que sufrieran lo que sufrieron para que ahora unos cotillas a sueldo se dediquen a hurgar en la basura, espiar e, incluso, inventar montajes. La libertad de expresión no es, o no debería ser, para eso.


La ley española, quizá porque el franquismo está aún latente, es muy laxa a la hora de condenar los abusos de la prensa, y prácticamente deja sin protección a los famosos. Pero creo que ya empieza a haber una demanda social para que se regule mejor cierto tipo de publicaciones y medios de comunicación que abusan de este y otros derechos de manera manifiesta.

Si entendemos que noticias son hechos novedosos de interés general, observamos que la mayoría de los artículos que aparecen en ese tipo de publicaciones no pueden considerarse como tales: ¿es noticia que un famoso divorciado salga al parque con su hijo? ¿O que vaya con su familia a la playa? ¿O que salga a cenar con unos amigos? ¿O abordar a cualquiera que esté en un aeropuerto para irse de vacaciones? ¿De verdad eso es de interés general? ¿El conocimiento de esos hechos tan “importantes” es relevante para fomentar el necesario debate social que debe existir en la opinión pública de una sociedad democrática?¿Queremos derrochar la libertad de expresión con esas tonterías?


No digo que ese tipo de entretenimiento cotilla no pueda existir, pero hay modos y modos de hacerlo. Aquello que antes se llamaba “ecos de sociedad” puede darse (y de hecho se da en revistas como Hola), sin que ello suponga un atropello para las celebridades. Lo cierto es que la legislación española es muy endeble en este aspecto, pero no me extrañaría nada que con el tiempo se pusiera a la par que el resto de países.


Así que en este caso, Telma Ortiz no tenía razón, pues ella, le guste o no y por los pelos, es una persona noticiable a causa de su parentesco. Pero tampoco la tienen los medios exonerados: para informar no hace falta acosar, y está por ver si muchas de las cosas que intentan hacer pasar como noticias realmente lo son.

16 mayo 2008

Si Kubrick levantara la cabeza...

No me gusta abusar de vídeos de Youtube, pero este es francamente divertido: unos tipos han realizado un nuevo trailer de la terrorífica "El resplandor", de Stanley Kubrick, y la han convertido... ¡en una comedia familiar!




Pueden encontrar muchos más en The trailer mash, página en la que internautas ociosos se dedican a remontar clips promocionales de películas. Así, han convertido "El rey león" en una peli de terror, y Brokeback Mountain en una de acción, por poner un par de ejemplos.

13 mayo 2008

Los insectoides de planeta Sargón VII han secuestrado a Meg Ryan y la han sustituido por un clon de las rebajas


Sólo así puedo explicar las pintas de la que fuera bella actriz en el bodrio que acabo de ver, “Mi novio es un ladrón” o algo así, una cosa infame en la que también sale Antonio Banderas con un peinado imposible. Si no me creen, miren bien la foto de arriba.

Lo de la Ryan es de juzgado de guardia: pensaba que ninguna cara podía desfigurarse más a causa del colágeno y la cirugía estética que la de Melanie Griffith (curiosamente esposa de Banderas), pero Meg Ryan en esta cinta la supera con creces. Como siga así, la duquesa de Alba será todo un ejemplo de naturalidad a su lado.

Como es habitual en ella, la Ryan se pega media película sonriendo… y el resultado da escalofríos: esa sonrisa antinatural parece más una mueca, y a buen seguro le servirá a la actriz para hacer de la Joker en una próxima peli de Batman. Lo que se van a ahorrar en caracterización.

Muchos pensarán que me estoy ensañando injustamente con la actriz, pero es que ya me estoy hartando de esas mujeres bellas que por ese miedo irracional a envejecer, se someten a cualquier barrabasada quirúrgica para eliminar todo vestigio de arrugas. El resultado suele ser grotesco, y lo que no entiendo es que a estas alturas, tras tantos ejemplos de lo inútiles que son las operaciones faciales de tal calibre, sigan procediendo con tanta vehemencia a este cruel proceso de barbieficazión.


Puedo entender un retoquito aquí o allá, pero lo que la Ryan o la Griffith es muñequizarse y eliminar todo rastro de expresión y, casi, de humanidad. Y como siga así, la Kidman va por el mismo camino. Soy consciente de que en el fondo son víctimas de un star-system que las condena a estar eternamente jóvenes so pena de acabar haciendo telefilmes basados en hechos reales, pero ese es otro asunto que quizá debería tratar en otro post.

(La película, por cierto, es una comedia en la que sólo te ríes con el trailer de "Superagente 86" que ponen antes, así que calculen... Una lástima que su plantel de actores correcto, en el que también están Colin Hanks o Selma Blair, haya perdido el tiempo en este telefilm con ínfulas. Pero está claro que la Ryan debe sacar dinero de algún lado para pagarse la silicona).

12 mayo 2008

¿La justicia es ciega… o simplemente imbecil?

Lo pregunto para intentar racionalizar el esperpento que está sucediendo con Julián Muñoz y sus 40 ladrones. Se llenaron ilícitamente los bolsillos a base de ladrillazos por toda la costa andaluza y, como si esto fuera una peli americana de esas en las que ganan los buenos, los trincaron bien trincados. ¿Final feliz? Parece ser que no, ya que el fiscal de turno debía tener las defensas bajas la semana pasada, y en lugar de meterles el preceptivo puro, hizo un trato por el cual se archivarán las aproximadamente 100 causas judiciales pendientes (no una, ni dos…) a cambio de que los acusados cumplan tres años de condena.

Desconozco las razones que han motivado este acuerdo (espero que no haya sido porque un familiar de Robert Duvall le haya hecho a nadie una oferta que no pudiera rechazar), pero lo que está claro es que resulta claramente insultante para la gente decente que un elemento como el señor Pantojo se vaya de rositas con apenas tres años de cárcel y diez de inhabilitación para cargo público.

Lo peor es que cuando este “señor” cumpla su “condena”, será libre para sacar de las Islas Caimán, Liechtenstein, Suiza o donde sea que lo haya metido, todo el dinero que se mamó a costa de los marbellíes. Así da gusto cumplir tres o los años que sean.
Con casos como este, es lógico que el ciudadano medio piense que, como mínimo, la justicia no funciona, y como máximo, que es corrompible y sobornable.

Otra percepción que existe es la del doble rasero que se aplica: la gente con pasta, llámense Muñóz o llámense Albertos, se libra gracias a maniobras legales que ríete tú del triple carpado mortal hacia atrás de los saltos de trampolín. En cambio, como a un pobre currante le pille Hacienda haciendo mal las retenciones, no nos libra ni Perry Mason.


A este paso, los muchachotes de Coslada van a salir libres y con una medalla al valor, otra por los servicios prestados, y tres pagas extras.

05 mayo 2008

Vivir con miedo
Reseña de "Todos estamos invitados"


La última película de Manuel Gutiérrez Aragón es valiente, comprometida y bienintencionada. Verla nos ayuda, si no a conocer, por lo menos a empatizar más con el llamado “problema vasco”. Pero, por desgracia, en el apartado estrictamente cinematográfico se queda corta y, sin llegar a ser una mala cinta, tiene algunos problemas que le restan credibilidad.

El film logra reflejar perfectamente que la situación de crispación continua vivida en el País Vasco no se circunscribe solamente a los ámbitos político y policial, sino que se extiende por toda la sociedad. La idea de utilizar un club gastronómico como entorno en el cual el protagonista sufrirá la primera amenaza de muerte es magistral, ya que ese ámbito tan tradicional sirve perfectamente como metáfora de Euskadi: un espacio en el que unos agreden, otros son agredidos, y el resto mira para otro lado, lo cual los convierte en cómplices por omisión.

La tesis del film es que la violencia de ETA puede afectar a cualquier persona; en ese sentido, el título de la película es muy elocuente: “Todos estamos invitados”, es decir, las amenazas nos pueden tocar a cualquiera de nosotros. El problema es que la pareja protagonista, un galán como José Coronado y una belleza italiana como Vanessa Incontrada, no casan con lo que podríamos entender como personas normales. El mensaje calaría más hondo si los protagonistas parecieran menos estrellas de cine y más gente de a pié. Y que conste que esto no es una crítica al trabajo de ambos intérpretes, porque lo hacen francamente bien; es un error de casting.


En cambio, la representación de los violentos está más lograda: Iñaki Miramón tiene un físico menudo y de aire inofensivo, y sin embargo es el que profiere a Coronado la impactante amenaza “disfruta las cocochas porque serán las últimas que te vas a comer en tu vida”. Hubiera sido un error poner a un actor con cara de villano, porque eso iría en contra de la idea de la película, es decir, que la violencia terrorista es un hecho común protagonizado por personas comunes. Por su parte, Óscar Jaenada sabe resolver el papel de terrorista amnésico que bascula entre la confusión y la ideología.

Tampoco ayuda a la credibilidad de la cinta una banda sonora del usualmente inspirado Ángel Illarramendi, que en esta ocasión llega a ser totalmente intrusivo en un par de escenas (el paseo por la playa y la persecución final). En general, la música, muy bella considerada en sí misma, resulta demasiado melódica, y a esta cinta le iba mejor una banda sonora más crispante.

La película no posee alardes fotográficos, y se aprecia cierta precipitación en la progresión dramática, no sé si a causa del montaje o del guión (probablemente una combinación de ambos). El caso es que a veces da la sensación de que las cosas suceden porque sí, o no se aportan demasiados detalles de lo ocurrido.


En suma, una cinta con buenas ideas e intenciones que se ve malograda por una ejecución que se queda a medias. Aún así, recomiendo a todo el mundo que la vea, aunque es un consejo más movido por el civismo que por la cinefilia.

(Foto: Óscar Jaenada en un fotograma de la película)

04 mayo 2008

Robert pecholata
Reseña de “Iron Man”

La adaptación al cine del superhéroe que por estos lares conocíamos como “El hombre de hierro” ha resultado ser más satisfactoria de lo esperado. El personaje siempre ha sido un segunda fila, más recordado por ser miembros del supergrupo Los Vengadores que por sus propias aventuras en solitario. Sólo alcanzó cierta notoriedad cuando los guionistas del comic decidieron convertir al protagonista, el millonario Tony Stark, en alcohólico para darle un toque de melodrama. Pero en líneas generales, es un personaje que, más allá de su armadura superchula, ha tenido una existencia algo anodina en el mundo del tebeo.

Y quizás esa falta de notoriedad del personaje haya jugado a favor de la película, ya que no existían muchas expectativas sobre ella ni se contaba con una gran base de fans a los que hubiera que contentar. Adaptar figuras icónicas como Batman o Spider-Man supone, sin duda, un plus de responsabilidad a sus directores, lo cual ha contribuido a darles un peso excesivo a las partes dramáticas. Así, con Batman quizá se han pasado de oscuro, y con Spider-Man han exagerado el componente sentimental. Creo que es porque existe cierto complejo a la hora de adaptar un comic “para chavales” y, por miedo a que el resultado quede excesivamente simplón, se tiende a cargar las tintas en los elementos “serios” y dramáticos.


En el caso de “Iron Man”, hay partes con drama y cierto subtexto pacifista-pero-menos que no está mal: el héroe es un fabricante de armas que reniega de su viejo negocio… aunque para impartir justicia se haga una super arma que reparte estopa que es un primor. Pero en ningún momento se deja que todo eso ahogue el espíritu aventurero. “Iron Man” es, desde la lejana “Flash Gordon” ochentera, la primera adaptación de un superhéroe que no pierde de vista que el género en cuestión es, por encima de todo, un divertimento.

Por eso la película es gozosamente excesiva en pro de la diversión, justo como los comics: Tony Stark es la caricatura del millonario bocazas, la tecnología que refleja es simplemente irreal (aunque el diseño de producción logra la “suspensión de descreimiento” necesaria para que nos traguemos que esa armadura es posible o que el sistema de diseño holográfico que tiene el prota en su mansión es veraz), y todo ello está adornado por una banda sonora guitarrera que evita que te lo tomes todo demasiado en serio.

El director, Jon Favreu, se ha preocupado más por dotar de continuidad a las escenas que por conseguir planos chulos o preciosistas. Pero la estrella es Robert Downey Jr. que se apropia de la película a base de carisma. Su papel tampoco es que le exija demasiado, pero con su aire irónico consigue que un capullo integral como Tony Stark nos caiga simpático. El resto del reparto está igualmente bien, y se agradece que en la relación entre el protagonista y su ayudante Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) la tensión sexual no caiga en el almíbar y se oriente más hacia la comedia.


En suma, la película ideal para desconectar y pasar un buen rato. Aunque la gran película de superhéroes de la temporada aún no ha llegado (será “El caballero oscuro”, secuela del hiperserio Batman de Christopher Nolan), este “Iron Man” es una pequeña delicia altamente recomendable.


(Foto: La armadura tuneada del protagonista)