27 diciembre 2009

¿Cómo va a salir España de la crisis si el presidente de la CEOE y el presidente de Air Comet son la misma persona?

Pues eso, que hay cosas en este país que escapan a la lógica elemental para entrar en terrenos paranormales, o directamente dignos de un sainete. Resulta que Gerardo Díaz Ferrán, el directivo que ha montado un pufo de tres pares de cojones (o si lo prefieren, de narices) con el tema Air Comet es, a la vez, el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales. Es decir: un tipo cuya gestión es, como mínimo cuestionable, resulta que está a la cabeza de una institución que, en teoría, debería velar por las buenas prácticas del mundo corporativo.

Lo peliagudo del asunto es que el tal Díaz Ferrán era consciente de lo rocambolesco de la situación, e intentó hacer las cosas de una maenera cabal y por ello el pasado 16 de diciembre presentó su dimisión de la CEOE. ¡Y no se la aceptaron! Al parecer, sus compañeros de gremio lo consideran el presidente oportuno.

Conclusión: si ese es el parecer de nuestra clase empresarial, me da que la crisis va a ser tan pertinaz como la mítica sequía española, y que saldremos de ella más o menos el 20 de diciembre de 2012. Y como aquí tenemos tan buena suerte, resultará que al final será verdad que al día siguiente se acaba el mundo.

08 diciembre 2009

Cabrales Superestar

El sábado 5 de diciembre pude disfrutar de un gran concierto de Fito y los Fitipaldis, acompañado por un “telonero” de lujo: La Cabra Mecánica. Aunque el inicio se demoró más de lo previsto, la espera valió la pena. La Cabra ofreció una hora de música que supo a poco, y Fito Cabrales y su banda se entregaron al máximo. Frente a estrellitas que se conforman con hora y media de recital, el rockero vasco estuvo más de dos horas y cuarto en escena, tocó prácticamente su nuevo disco al completo y todos los grandes éxitos anteriores, y todo ello con energía, entusiasmo, y acompañado por una banda que sonaba de lujo. Lo dicho, memorable.

Nunca he sido un gran especialista en rock español, así que no diré que conocía a Fito desde los tiempos de Platero y Tu, porque mentiría. Tampoco me las voy a dar de listo fingiendo que conocía quién era Carlos Raya desde hace mogollón de tiempo, pero creo que es evidente que su impronta en la banda de Fito se nota. Así que, admitiendo todo este desconocimiento previo, si me atrevo a plantear varias cuestiones por las que me parece fantástico que Adolfo Cabrales, Fito para sus fans, haya logrado este éxito arrollador de los últimos años:

- En una época en el que se venera a las “estrellas por sorpresa”, esas que aparecen de la noche a la mañana y venden millones de ejemplares de su primer disco, y que suelen ser producto de mercadotecnia, es de agradecer que un músico de larga trayectoria como Cabrales haya ido escalando puestos de popularidad álbum a álbum: el triunfo de un currante de la música.

- Y hablando de mercadotecnia: frente a una tendencia cada vez más alarmante en la que las estrellas discográficos tiene que ser, además, supermodelos guapísimos y a la última, me encanta que triunfe un vasco cuarentón, bajito, calvo, de nariz aguileña, y que pasa de modas para lucir su tan personal boina con patillas largas. La demostración de que el carisma no conoce de modas ni cánones de belleza.

-También me resulta simpático que en estos tiempos tan políticamente correctos, Fito salga al escenario con los cigarros encendidos en el clavijero de la guitarra: nadie dijo que el Rock fuera sano.

-Y como en el fondo uno es un clásico, es casi de justicia poética que este hombre se haya convertido en un ídolo entre jovencitos (versionado incluso en engendros como Operación Triunfo y Factor X) gracias a una propuesta de rock, blues e incluso toques country de lo más clásica, con guitarras, bajo, batería, saxo y ese toque que sólo un órgano Hammond puede dar. Frente al pop tecnológico de laboratorio, es una vuelta a los orígenes.

01 diciembre 2009

El esperpento Haidar

La situación de Aminatu Haidar, activista saharaui desterrada a Lanzarote por el gobierno marroquí con la connivencia del ejecutivo español, roza ya el esperpento al comprobar las “soluciones” absolutamente delirantes que la diplomacia nacional ha ofrecido.

¿De verdad pensaban que una mujer dedicada en cuerpo y alma a una causa de marcado perfil patriótico, iba a aceptar un pasaporte español o convertirse en refugiada? Ambas alternativas eran regalos envenenados, pues de aceptar cualquiera de ellas, lo único que habría conseguido Haidar es regularizar su presencia en España, lo cual le cerraría las puertas de retorno a El Aaiun para siempre.

La actitud de la saharaui podría considerarse irresponsable, pues sería fácil interpretar que su huelga de hambre es prácticamente un chantaje. Y es verdad que, si cada vez que alguien adoptara esa radical medida, las autoridades fueran a ceder a sus demandas, la epidemia de activistas en estado de inanición sería grave. Entonces, ¿por qué hay que hacerle caso a esta mujer y no, por ejemplo, a De Juana Chaos? Simple y llanamente, por la justicia objetiva de su causa.

Y es que, independientemente de si se está de acuerdo o no con la autodeterminación del Sahara Occidental, lo que se plantea es un claro caso de violación de los derechos humanos y de las libertades individuales. Porque aquí estamos hablando de un gobierno que retira sin ninguna justificación la documentación a una mujer (con lo que se la está desposeyendo automáticamente de todos los derechos que pudiera poseer en virtud a su ciudadanía) y, para colmo, se la embarca en un avión que la lleva a un país extranjero, en donde estará indocumentada y, por tanto, en situación irregular.

En suma, se la destierra y se la convierte en apátrida de un plumazo. La única solución justa a esta situación es el retorno incondicional de Haidar a su país, con la devolución de su pasaporte en vigor. Cualquier otra cosa sería permitir que se cometa una injusticia y, lo que es peor, otorgarle legitimidad. El problema es que lograr ese objetivo es hoy por hoy imposible. ¿Cómo convencer a Marruecos?

El gobierno español siempre ha sido muy tibio con la situación del Sáhara, e históricamente muy proclive a apoyar los intereses marroquíes . Hasta el mismísimo Defensor del Pueblo, Enrique Mújica, lo ha dicho bien clarito: España debe defender por encima de todo sus intereses, que es una manera fina de decir que van a pasar olímpicamente de Haidar y dejarla en tierra de nadie, pues si hicieran otra cosa, pondrían en peligro los jugosos negocios que tienen los empresarios españoles en el reino vecino.

Sin embargo, creo que este embrollo ha perjudicado gravemente a la imagen exterior de nuestro país, que en los últimos años ha intentado venderse en los foros internacionales como una suerte de Arcadia del diálogo, el pacifismo y el consenso, y sin embargo ahora permite que se produzca este atropello.

A los pocos días de estar en Lanzarote, Haidar afirmó que no podía creer que el mismo gobierno que defiende la Alianza de Civilizaciones estuviera permitiendo esta afrenta a los derechos humanos. Y con esa declaración, le dio a Zapatero en donde más le duele: en todo el talante.

Reconozco que este escrito puede pecar de ingenuo, pues se limita a señalar lo injusto de la cuestión, pero no aporta una solución óptima a este embrollo. Porque, incluso si España fuera menos complaciente con las autoridades Marruecos, ¿cómo podría hacer que recapacitaran en su decisión? ¿Alguna idea?