06 agosto 2010

Política y maltrato animal

Hace unos días entoné en este blog un Olé por Cataluña a causa de la decisión de su parlamento autonómico sobre prohibir las corridas de toros es esa comunidad. Naturalmente, sabía que detrás de aquella votación existían razones políticas más allá de la mera cuestión del maltrato animal, y que se había utilizado al toro bravo para plantear argumentos (más bien ridículos) sobre la "identidad" en la cansina y sempiterna pugna entre nacionalistas y centralistas. Pese a ello, hoy no puedo evitar sentirme tonto, triste y decepcionado cuando leo que esos mismos políticos que osaron valientemente tocar una tradición cruel como la tauromaquia, han caido en la más vulgar incoherencia al defender una barbaridad similar, el "correbous".

Lo mismo que afirmé en su día sobre los toros lo aplico ahora a este caso: es indigno justificar el maltrato animal con la excusa de la tradición y la identidad, pero, por desgracia, en este país tan atávicamente tensionado se emplea cualquier asunto como arma arrojadiza en la arena política. Y claro, si aquí ni siquiera se ha sido capaz de dejar al margen del debate electoralista asuntos que exigían una voluntad de unidad com el terrorismo o la crisis económica, la cosa se despiporra con asuntos como los toros, el correbous o la nariz de Belén Esteban (que, no lo duden, alguna vez llegará al Parlamento, y si no al tiempo...)

Ya que estamos, en Canarias haríamos bien en revisar la legislación y acabar de una vez con las peleas de gallos. La misma ley que proscribía en las islas la tauromaquia y, en general, cualquier actividad que supusiera actos de crueldad contra los animales, hacía una excepción con la actividad de las galleras amaparándose, cómo no, en la tradición como excusa.

Para empezar, no creo que esta barbaridad esté tan arraigada socialmente (no es que haya precisamente colas para ver peleas de gallos), así que la excusa de la tradición se cae por su propio peso. Y es que, aunque fuera una costumbre ampliamente extendida, no deja de ser una sádica carnicería como los toros. ¿A qué están esperando, pues, para ilegalizarla? ¿Quizá a que estén más cercanos los comicios autonómicos?