28 octubre 2010

BLOG CERRADO

Esta será la última entrada que se publique en el blog "El búho miope". No debería ser ninguna sorpresa dado que, como habrán comprobado mis escasos (pero selectos) lectores, el ritmo de actualización de la bitácora era manifiestamente mejorable, por decirlo finamente.

En un futuro cercano, abriré otro blog con otro nombre y, espero, un mayor compromiso por mi parte con sus actulizaciones. Pero creo que ya es hora de finiquitar este experimento iniciado hace ya unos añitos.

No lo borraré porque considero que algunos artículos publicados me quedaron así como curiosones y sería una lástima perderlos del todo. Seguramente, en el nuevo blog enlazaré a este como referencia arqueológica. Pero una cosa está clara: el búho miope remonta hoy el vuelo.

Gracias a todos los que me han seguido, espero verles pronto.

04 octubre 2010

La CEOE sigue cubriéndose de gloria

Hace nueve meses reflexionaba en este blog sobre lo absurdo que resultaba que, en plena crisis económica, el máximo órgano de representación de los empresarios, la CEOE, estuviera presidida por un señor que no se ha caracterizado por su buena gestión empresarial, precisamente. Pero es que hoy se ha sabido que uno de sus altos cargos, el director de Relaciones Laborales José de la Cavada, ha sido expedientado y multado por la Inspección de Trabajo por humillar a sus trabajadores. A las pocas horas de saberse esto, el organismo ha convocado elecciones anticipadas; no sé si hay relación directa entre una cosa y otra, pero me inclino a sospechar que sí.

No quiero caer en la retórica facilona de "empresario malo, trabajador bueno", ya que ese análisis es muy simplista, en todos lados cuecen habas, y también hay patronos responsables y currantes lajas. Pero que en la cúpula del sector se den semejantes ejemplos de ineptitud e iniquidad resulta alarmante. ¿Recuerdan el dicho de "la mujer del césar no sólo debe ser virtuosa, sino parecerlo"?  Pues eso.

En el pufo en el que nos hemos metido, nadie parece estar a la altura de las circunstancias: el Gobierno contradice su supuesta ideología y aprueba una reforma laboral que es el sueño húmedo del neoliberal más recalcitrante; la oposición explota electoralmente la situación, criticando la política del ejecutivo sin proponer medidas alternativas concretas; los sindicatos promueven una huelga general a destiempo, cuando ya no sirve para nada (y cuyo desigual seguimiento ha evidenciado que cuentan con menos apoyos de los que creían); la gran banca se frota las manos porque en gran medida provocó el pufo y se las ha apañado para irse de rositas, sin condenas juciales y con millones de euros de dinero público en las arcas; la CEOE ya la hemos abordado aquí; etc.

A este paso, ya sólo nos queda que la CIA descubra un vínculo entre ETA y Al Quaeda y nos acaben bombardando. Y eso que hoy estoy optimista...

11 septiembre 2010

De la Iglesia gana dos premios en Venecia, que para eso es de Bilbao

Me acabo de enterar de que Álex de la Iglesia se acaba de hacer con los premios a mejor guión y mejor director en el Festival de Venecia por su última película, Balada triste de trompeta, y me alegro mucho porque creo que este autor es, de lejos, lo mejor que le ha pasado al cine español en los últimos veinte años.

Curiosamente, no creo que tenga ninguna película redonda (ni siquiera El día de la bestia), ya que tiene cierta tendencia al barroquismo que, en ocasiones, le hace perderse por los cerros de Úbeda y desequilibrar la estructura de sus películas. Pero (y reconozco que esto es un poco contradictorio), si me gusta especialmente este director es, justamente, por sus excesos, por lo burro que es a veces y lo exagerado que puede llegar a ser con la violencia y su humor políticamente incorrecto.

Es uno de los pocos autores españoles que saben crear grandes momentos cinematográficos: en todas sus películas hay siempre un varios planos, un par de ideas, tres o cuatro secuencias, diálogos… algo  que están muy por encima de la media. Y además, posee un sentido muy particular de lo épico: ya sea el cura de El día de la bestia, la vendedora de pisos de La Comunidad o el extra cinematográfico decadente de 800 balas, comienzan siendo fantoches, pero acaban protagonizando hechos asombrosos, muchos de ellos heroicos.

La cultura española posee una particular habilidad para reflejar con extrema facilidad y naturalidad lo más tremendo de la vida mundana, los horrores cotidianos, un costumbrismo terrible que se ve en el Lazarillo, La Celestina, los enanos de Velázquez, los disparates de Goya o el esperpento valleinclanesco, por citar los más tópicos. De la Iglesia ha sabido entroncar con esa secular tradición hispana, modernizarla y ponerla en sintonía con referencias de la cultura popular internacional, como ejemplifica perfectamente ese mítico plano de “La comunidad” en el que una hosca Terele Pávez que parecía sacada de La casa de Bernarda Alba brinca por los aires como la Trinity de Mátrix:




Probablemente, esto haya provocado que De la Iglesia no sea un cineasta para todos los gustos, y puedo comprender que existan cinéfilos que lo odien. Su estilo es tan extremo que realmente me sorprende que, siendo como es tan freak-friendly (por ponerlo fino), haya logrado tantos honores oficiales (dirección de la Academia de Cine, Premio Nacional de Cinematografía, ahora esto de Venecia….), normalmente reservados a creadores más exquisitos, comedidos (y por qué no decirlo: aburridos).

Para variar, da gusto que algo del cine español con éxito fuera no esté firmado por Almodóvar….

P.D. Y ya que estamos reseñando premios, no es que me haya olvidado del Príncipe de Asturias a la selección española de balompié; es que me parece una idea pésima (como me lo parecieron en su día los concedidos a la selección de Baloncesto, a Fernando Alonso o a Rafa Nadal, lo cual ya comenté en su momento). ¿Se imaginan que el Nóbel sólo se lo dieran a suecos? Pues esto es lo mismo, ya todo el planeta se ha coscado de que el Asturia’s realmente es un galardón para glorificar los éxitos del deporte español. Pues nada, que les aproveche. Pero , por favor, que no vuelvan a decir eso de “premio con gran prestigio internacional”, que me entra la risa tonta.

06 septiembre 2010

Repaso (cinematográfico) del verano

Ya he terminado de mudar la piel quemada por el sol (cuánto añoro mi linda hamaca), así que retomemos este chisme comentando las dos visitas que me permití realizar al cine este agosto:

El equipo A
Una agradable sorpresa: me esperaba una mierda y me encontré un pequeño truño. O sea, que superó mis bajas expectativas. Liam Neeson es mejor actor que George Peppard (un histrión mediocre que tuvo la suerte de participar en un par de clásicos como Desayuno con diamantes y Con él llegó el escándalo), pero hay que reconocer que lo suyo son lo papeles intensos o de mentor/maestro/guía. Para chupar puros sonriente y con una ametralladora, mejor el original.

Como el star system ha cambiado, el papel de Fénix ha sido artificialmente engordado para que el empleado del mes, Bradley Cooper, luzca cachas. Al menos es un ejemplo de que en la ignominia se está logrando la paridad: de igual modo que a las macizas las obligan a rodar absurdas escenas en bikini para que luzcan palmito, aquí al tipo lo hacen salir sin camisa a la primera de cambio. En Resacón en las Vegas Cooper se salía haciendo de canalla cachondo pero adorable; aquí se supone que debía repetir la jugada, pero se le ve más forzado que a Roger Moore haciendo de Macbeth.

Rampage Jackson pasa sin pena ni gloria como sustituto de Mr. T, pero no es culpa suya que los guionistas hayan convertido a uno de los personajes más duros de la tele en un llorica meapilas. Así que el mejor parado del cuarteto ha sido, contra todo pronóstico, Shartlo Copley como el demente Murdock, un papel en el que habría sido muy fácil caer en el histrionismo más jimcarreyesco y ramplón, y sin embargo, el tipo lo borda con la locura y diversión requeridas, sin caer en el exceso.

Que las escenas de acción parezcan un videojuego malo es ya un mal endémico del Hollywood digitalófilo actual, así que no nos vamos a enfadar mucho por ello. Si hay una secuela, no creo que pague por ella pero no me importará verla en la televisión.

Origen
 Me alegro de haber esperado para escribir sobre esta cinta, ya que de haberlo hecho inmediatamente después de haberla visto, seguramente seguiría hechizado por sus fuegos de artificio y la habría tachado prematuramente de obra maestra.

Ojo: no es una mala película, de hecho es una gran película, pero he leído últimamente tantas reseñas laudatorias que a mi yo maligno le apetece contrastar un poco y no encumbrar en exceso lo que no es más que una astuta pieza de orfebrería narrativa.

Sus escenas, consideradas de manera independiente, son brillantes, pero unidas dan por resultado un metraje alargado en exceso. Los actores son todos excelentes, y en especial Di Caprio, Hardy y Gordon-Levitt exudan carisma por los cuatro costados. Pero, salvo en el caso del primero de ellos, están al servicio de personajes esbozados de una manera tan sumaria como la de cualquier película de acción media (de hecho, personalmente me habría gustado saber algo más del resto del equipo protagonista, pero ya se sabe que Di Caprio es el que manda ahora en el negocio y hay que lucirlo).

Es una película que revisaré y probablemente pille en formato doméstico, porque, repito, tiene escenas de antología. Pero a fecha de hoy, creo que es la cinta más floja de Christopher Nolan. Ahora, que se centre y nos regale un Batman 3 a la altura de las anteriores entregas.

Y que conste que no tengo nada en contra del cine formalmente brillante pero vacuo: una de mis películas favoritas es Con la muerte en los talones, una de las cintas más tontorronas de Alfred Hitchcock. Pero Origen no es lo suficientemente divertida como para perdonarle su metraje excesivo y su tono excesivamente circunspecto.

06 agosto 2010

Política y maltrato animal

Hace unos días entoné en este blog un Olé por Cataluña a causa de la decisión de su parlamento autonómico sobre prohibir las corridas de toros es esa comunidad. Naturalmente, sabía que detrás de aquella votación existían razones políticas más allá de la mera cuestión del maltrato animal, y que se había utilizado al toro bravo para plantear argumentos (más bien ridículos) sobre la "identidad" en la cansina y sempiterna pugna entre nacionalistas y centralistas. Pese a ello, hoy no puedo evitar sentirme tonto, triste y decepcionado cuando leo que esos mismos políticos que osaron valientemente tocar una tradición cruel como la tauromaquia, han caido en la más vulgar incoherencia al defender una barbaridad similar, el "correbous".

Lo mismo que afirmé en su día sobre los toros lo aplico ahora a este caso: es indigno justificar el maltrato animal con la excusa de la tradición y la identidad, pero, por desgracia, en este país tan atávicamente tensionado se emplea cualquier asunto como arma arrojadiza en la arena política. Y claro, si aquí ni siquiera se ha sido capaz de dejar al margen del debate electoralista asuntos que exigían una voluntad de unidad com el terrorismo o la crisis económica, la cosa se despiporra con asuntos como los toros, el correbous o la nariz de Belén Esteban (que, no lo duden, alguna vez llegará al Parlamento, y si no al tiempo...)

Ya que estamos, en Canarias haríamos bien en revisar la legislación y acabar de una vez con las peleas de gallos. La misma ley que proscribía en las islas la tauromaquia y, en general, cualquier actividad que supusiera actos de crueldad contra los animales, hacía una excepción con la actividad de las galleras amaparándose, cómo no, en la tradición como excusa.

Para empezar, no creo que esta barbaridad esté tan arraigada socialmente (no es que haya precisamente colas para ver peleas de gallos), así que la excusa de la tradición se cae por su propio peso. Y es que, aunque fuera una costumbre ampliamente extendida, no deja de ser una sádica carnicería como los toros. ¿A qué están esperando, pues, para ilegalizarla? ¿Quizá a que estén más cercanos los comicios autonómicos?

28 julio 2010

Olé por Cataluña

El Parlamento de Cataluña ha aprobado una ley que prohibirá a partir del 1 de enero de 2012 las corridas de toros en esa comunidad autónoma. Se une así a Canarias, en la que desde hace ya muchos años está proscrita esta bárbara costumbre (por una vez, somos pioneros en algo bueno en esta tierra surrealista).

En este blog he sido furibundamente antitaurino, así que, como comprenderán, hoy estoy más feliz que una perdiz. Como ya he explicado, puedo entender que esto haya sido una centenaria tradición, pero las tradiciones lo son… hasta que dejan de serlo: llega una época en la que los usos e idearios de una sociedad evolucionan, dejando obsoletas determinadas costumbres.

La etnografía me parece perfecta, y hay muchísimas prácticas ancestrales que deberíamos conservar, incentivar e, incluso, recuperar si se han perdido. Pero no todas las tradiciones son respetables, y los toros son una de esas. Con la excusa de "es la tradición", se ha intentado justificar mucha barbaridad, y no me refiero a la tauromaquia exclusivamente. Con ese argumento, se podría defender desde el burka hasta la ablación del clítoris porque, "es la tradición". Y puede que lo sea pero, ¿hay que respetarla?

Por ello, apoyo recuperar la agricultura tradicional, fomentar y dignificar el empleo rural, la pesca, muchas manifestaciones culturales en vías de desaparición (cantes, danzas, literatura oral, juegos), gastronomía, etc. Pero otras, como los toros, lanzar cabras desde el campanario, encierros en los que se hostiga a vaquilla, peleas de gallos y perros y cosas así, ojalá se extingan. Y me importa un comino si "son tradición" o no.

El sufrimiento y la muerte de animales no pueden seguir formando parte de nuestro acervo cultural. Y por favor, déjenme a Goya, Hemingway y Picasso en paz: si ellos también eran unos bárbaros que disfrutaban de este espectáculo, pues estupendo: eran grandes artistas, pero desde luego que si los admiro, no es precisamente por su querencia hacia este tipo de espectáculos; es más, para mí esa afición suya es la constatación de que hasta los genios se equivocan.

De todos modos, conociendo a esta España cañí nuestra, no auguro mucho futuro a esta histórica decisión: seamos realistas, en España se ha llegado a cometer la barbaridad (para escarnio de pintores y escultores) de darle la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes a un par de estos matarifes disfrazados de tontaina (porque manda collons con el traje de luces…)

Además, estamos hablando de un sector que mueve millones de euros (vean los cachets de los toreros), tiene muchos admiradores (incluso en la mal llamada prensa del corazón, que hoy por hoy es la que mueve el parné en la mediasfera patria) y está muy arraigada en la España mesetaria, con Madrid en la cabeza, que es donde se mueve el poder de este reino.

Si a eso le sumamos que la decisión ha sido adoptada en una comunidad autónoma con veleidades independentistas, los defensores de esta bárbara costumbre (a la cual me niego a llamar Fiesta Nacional) presionará para crispar la situación y que el Tribunal Supremo, el Constitucional o el que sea revoque esta norma. Y si no, al tiempo: por desgracia, no le auguro mucho futuro a esta prohibición, pero debemos considerarla, al menos, una victoria ética.

17 julio 2010

Fimucité resiste la crisis


La semana pasada pudimos disfrutar en Tenerife de la cuarta edición del Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (Fimucité). Esta entrada será más larga de lo habitual, pues pretende hacer un balance de todo lo acontecido, aunque procuraré no hacerla más exhaustivo de la cuenta. No seré del todo objetivo porque he colaborado en las actividades paralelas, pero creo que no miento si digo que el resultado ha sido muy satisfactorio, y más si tenemos en cuenta varios factores que jugaban en su contra:

1-la idea del festival en sí misma, ya que el ámbito de las bandas sonoras es desconocido para el gran público, por lo que tiene algo de quijotesco organizar un evento de este género aquí, en el culo del mundo… y sin embargo, funciona.

2-La copa del mundo de fútbol, que obviamente restó público a las conferencias y actividades; por suerte, ninguno de los conciertos principales coincidió con los partidos de la selección española. Pero fue una “sombra” que planeó por el festival (incluso Nancy Knutsen, representante de ASCAP que presentaba uno de los conciertos, no pudo evitar la tentación de gritar “¡viva la roja!” durante su intervención. En fin…)

3-La crisis económica, que se cebó con el festival hasta reducir su presupuesto a la décima parte que el de la edición anterior, tal y como reveló el director de Fimucité, Diego Navarro, en el acto de apertura. De este modo, si todo pudo salir adelante, fue gracias al trabajo desinteresado e ilusionado del equipo del festival, que curró de lo lindo sin ver un céntimo, todo por lograr que Fimucité 4 fuera una realidad y, sobre todo, que mantuviera sus cotas de calidad a pesar de los pesares.

El libro
Uno de los hitos de Fimucité es que desde su segunda edición edita un libro sobre el asunto en torno al cual se organiza el festival. En esta ocasión, se trata de La conexión Williams-Spielberg, en el que se da cuenta de la fecunda relación laboral entre dos cineastas geniales. De nuevo, peco de falta de objetividad ya que firmo los capítulos dedicados a la saga de Indiana Jones, pero, honestamente, creo que es una lectura recomendable, no sólo por el interés del asunto, sino porque la diversidad de autores, cada uno con su estilo particular, hacen que la obra sea muy diversa y amena. Todos ellos han (hemos) escrito desde la pasión que sentimos por el compositor, aunque sin dejarnos llevar por la pulsión fan-fatal, e intentado ser divulgativos y rigurosos.

Este año se ha hecho cargo de los trabajos de edición y distribución Ilarion ediciones, una compañía que, pese a ser pequeña y modesta, ha elaborado un producto editorial técnicamente intachable (con tapa dura y todo, gracias a la cual la portada de Carlos Miranda luce todavía mejor) y, sobre todo, que ya está a la venta en librerías (aquí tienen enlaces para adquirirlo on line en La Isla y la mismísima Fnac).

Carles Cases y Lucio Godoy
El mismo miércoles que España eliminaba a Alemania en semifinales, tuve el honor de moderar una mesa redonda con dos de los compositores invitados al evento, Carles Cases y Lucio Godoy. Evidentemente, no vino nadie, lo cual es una lástima ya que (a pesar de que yo estaba particularmente espeso esa tarde) los invitados ofrecieron unas intervenciones a la altura de lo que se esperaba de dos profesionales con su dilatada trayectoria en el cine español y gran versatilidad, puesto que han compuesto prácticamente para cintas de todos los géneros.

Cases relató cómo pasó de trabajar como arreglista de cantantes de la nova canço catalana, especialmente Lluis Llach, a músico de cine. Fue una decisión meditada, pero arriesgada, pues él mismo confiesa que no tenía contactos en la industria cinematográfica. Durante dos años se preparo concienzudamente, escuchando a unos cuantos músicos del mundillo para dominar el estilo, y lo pasó mal económicamente, ya que durante ese tiempo de aprendizaje no tuvo ingresos.

Godoy, por su parte, tuvo más clara esa dedicación al mundo audiovisual, pues llegó a prepararse específicamente para ello en sus años de formación. Su iniciación en el mundo del cine fue, sin embargo, en el ámbito de la producción musical para compositores como Alberto Iglesias y Alejandro Amenábar. Durante la presentación le comenté que probablemente estaría algo cansado de que le preguntaran siempre por su relación con el director de Tesis, a lo que contestó “No, en absoluto” con una sonrisa de franca resignación que me persuadió para no volver a tocar ese asunto.

Resultó especialmente curiosa la explicación que Cases realizó sobre su inusual método de trabajo: frente a la tendencia habitual a escribir para pasajes concretos una vez concluida la cinta, el catalán compone inspirándose en el guión, y produce y graba una gran cantidad de música (llegó a hablar de tres horas). Luego, junto al director, selecciona los fragmentos que más se ajustan a la escena. En un momento dado, afirmó que en ocasiones la imagen le llega a molestar, de ahí que opte por esa peculiar técnica.

Godoy, por su parte, comentó que normalmente no le resulta especialmente inspirador visitar el lugar de rodaje de la película en la que trabaja, si bien ha habido alguna excepción: durante la preparación de Intacto, el director Juan Carlos Fresnadillo le preguntó si había estado en El Teide, una de las localizaciones de la cinta. El compositor contestó que no, a lo que el realizado apuntó que quizá debería. El músico confiesa que visitar ese paisaje tan peculiar le ayudó a dar con el tono de la música.

Bruno Coulais y Bear McCreary
No pude asistir a las conferencias que ofrecieron estos dos compositores por separado, pero sí a la mesa redonda conjunta que ofrecieron el jueves. El americano se mostraba muy expansivo y simpático (quizá porque esa misma mañana había recibido una nominación a los Emmy por la música de la cabecera de la serie Escudo humano), mientras que Coulais se notaba más retraído, aunque sumamente cortés.

La intervención de McCreary se centró en su música para Battlestar Galactica, gracias a la cual ha logrado unas estupendas críticas por su acercamiento poco convencional a un género tan musicalmente estereotipado como es la space opera. Curiosamente, el propio músico confesó que esa aproximación fue sugerencia de los productores, quienes, si bien no le dijeron qué querían exactamente, sí le dejaron muy claro que no deseaban una partitura sinfónica a lo Star Trek o Star Wars.

Al principio, esta limitación asustó a McCreary, pero luego se dio cuenta que el lenguaje sinfónico era sólo uno de los muchos que podía emplear, por lo que acabó creando esa particular mezcla ce rock y música étnica tan característica de la serie. Además, a medida que avanzaba el show y los productores confiaban más en él, fue introduciendo cada vez más elementos sinfónicos, de tal modo que en el último capítulo se puede escuchar a una orquesta prácticamente completa.

Por su parte, Coulais habló bastante de su relación con Henry Selick, director de Los mundos de Coraline, con quien ya está colaborando en un nuevo proyecto. Según cuenta, el rodaje más lento de cintas de animación como esta puede ser ventajoso para le compositor, ya que permite adelantar trabajo: relató que de muchas secuencias tenía alguna música preparada antes de su filmación, puesto que el director le pasaba bocetos que le permitían hacerse una idea muy clara del resultado final.

Alabó la claridad de este director, puesto que sabía comunicar muy bien qué quería en cada momento: divertido, Coulais reflexionó que avanzó más con Selick trabajando en Portland y él en París, que en otras ocasiones en las que se ve con los directores franceses en persona, y acaban hablando de todo menos de la película.

Los conciertos
El plato fuerte del festival es, como no podía ser de otra forma, el apartado musical. Y, como es ya habitual en Fimucité, éste fue de auténtico lujo. Las formaciones encargadas de la interpretación (la Orquesta Sinfónica de Tenerife, el Tenerife Film Choir y la Tenerife Film Ensemble) sonaron primorosamente y ofrecieron unas versiones muy ajustadas. Esto que digo debería ser una obviedad y lo mínimo exigible a un concierto, pero por experiencia, sé que si hay unas músicas especialmente vilipendiadas y sufridoras de interpretaciones chapuceras, arreglos que deforman el original y demás horrores sonoros, estas son las bandas sonoras. Por ello, es de agradecer la pulcritud en este apartado.

La noche del cine español
El jueves los tres representantes del cine español ofrecieron una deliciosa velada en el Teatro Leal con sus bandas sonoras. Inicialmente, esta noche la iba a protagonizar el americano Carter Burwell, quien por motivos de salud canceló su visita a Tenerife a dos semanas del festival, por lo que en pocas horas se tuvo que encontrar un reemplazo. Y, siendo algo maliciosos, creo que salimos ganando con el cambio, pues dudo mucho que la excelente, pero pausada música de Burwell nos hubiera transmitido la fuerza, energía y brillantez de un pletórico Carles Cases, protagonista absoluto de la noche.

Sus interpretaciones al piano fueron prodigiosas, y su música para películas del director Ventura Pons como Morir (o no), Anita no pierde el tren o Amigo/ Amado, sorprendentes por la amplitud de registros (en alguna pieza, Cases pasaba de un estilo Barroco al jazz como si tal cosa). Es cierto que, de algún modo, el músico “hizo trampas” porque presentó en el escenario arreglos especiales para salas de concierto, y no las piezas tal cual fueron concebidas para la pantalla. Pero la experiencia puramente musical fue inigualable.

Lucio Godoy ofreció un concierto igualmente variado, con unas piezas quizás menos preciosistas. En una de las amenas introducciones que realizaba de cada tema, recordaba al público que estas composiciones habían sido concebidas para complementar la imagen, y que incluso a él escuchar su propia música sin el apoyo visual a veces le daba la sensación de que “faltaba algo”. Aún así, el bandoneón de Los lunes al sol, y el chotis y el pasodoble de Manolito Gafotas fueron excelentes, y el público se lo pasó pipa siguiendo el ritmo de Cara de queso (cinta aún sin estrenar en España) con las palmas. Como colofón el propio Godoy se atrevió a cantar una pieza de esta última cinta, como él dijo, “a lo Chet Baker”.

Eva Gancedo fue la encargada de abrir la noche con apenas quince minutos de música, y la recepción que tuvo fue más bien fría. Creo que el concierto no le hizo justicia a su obra, y chocó con las expectativas de un público que acudió al Teatro Leal con la idea de asistir a un espectáculo muy animado, y se encontró con la intimista y severa música de esta compositora. Con todo, la belleza de su trabajo para La Reina Isabel en persona es evidente, y fue un placer poder escucharla en directo.
Entre océanos y estrellas
He de reconocer que el concierto por el que tenía más interés era el del viernes 9 de julio en el Auditorio de Tenerife, puesto que creo que Bruno Coulais es uno de los compositores más elegantes y creativos que se mueven actualmente por el panorama internacional y, por otro lado, soy un fan irredento de Battlestar Galactica, por lo que tenía curiosidad por escuchar esta versión para sala de conciertos, que amplía la sonoridad original de la serie.

Y Coulais no defraudó: quien haya escuchado su música para documentales, ya conocerá de sobra lo maravillosa que pueden sonar las melodías de este francés, su variedad rítmica, su ejemplar utilización de la voz humana y su particular lirismo que, por fortuna, nunca llega a la cursilería. Su concierto rozó lo estremecedor en Les massacres del film Océanos, un tema solemne y triste para ilustrar las matanzas de cetáceos en el mar que, fiel a la elegancia del músico, nunca llega a sonar exagerado pese a que el tema se prestaba a ello.

La parte de Battlestar Galactica arrancó los mayores aplausos de la noche, a pesar de que, siendo objetivos, a Bear McCreary le queda mucho para alcanzar la finura de Bruno Coulais. Al ser una serie de televisión, el músico no tuvo muchas oportunidades para componer temas largos, por lo aprovechó esta ocasión para, a partir de cada una de las melodías principales de la serie, arreglar piezas de cuatro o cinco minutos.

El resultado fue a veces exagerado, ya que todas las canciones terminaban con un clímax in crescendo espectacular. Y claro, a la quinta o sexta apoteosis uno acaba cansado. Con todo, hay que reconocer que el resultado fue impresionante, y que este joven compositor ha logrado algo que muchos músicos sueñan: que con apenas tres acordes de su música, uno ya reconozca a qué film o serie pertenece; y es que basta escuchar un tambor taiko y un duduk para imaginarse la imponente silueta de la nave Galactica surcando el espacio…

De todos modos, para mí la estrella oculta de la noche fue uno de los miembros de la banda de McCreary: el mismísimo Steve Bartek, ex componente de Oingo Boingo y orquestador oficial de Danny Elfman, que participaba como guitarrista.

Williams y North
El concierto de gala final estuvo protagonizado por la música de dos grades maestros: Alex North y John Williams, bajo la batuta de Diego Navarro dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Tenerife. Como ya dije, todo sonó estupendamente bien, lo cual es meritorio ya que la música de North, llena de cambios de ritmo y pasajes disonantes, puede ser bastante compleja, al igual de algunos pasajes de Williams.

He de decir que el programa me pareció muy descompensado, ya que quizá sonó poco North y mucho Williams; desconozco porqué el programa dedicado al compositor de Un tranvía llamado deseo duró tan poco, ya que cuado uno ya había “afinado” el oído a las peculiares sonoridades del compositor, el concierto ya había terminado. Pero sólo por poder escuchar los dos temas de Espartaco, tanto su épico y trágico tema principal, como su hipnótico tema de amor, ya mereció la pena el concierto.

Mi relación con Williams es particular: me encanta su música, creo que tiene decenas de obras maestras, pero el pobre está tan choteado en conciertos populares y discos recopilatorios que la perspectiva de escuchar de nuevo Parque Jurásico, la Raider’s March de Indiana Jones o Superman e resultaba agotadora. Evidentemente, ese “tedio intelectual” se pasa nada más escucharlas, porque son temas incuestionables. Pero agradecí mucho que en el programa también hubiera piezas menos conocidas, como Amistad (impresionante las voces adultas e infantiles combinadas, que arrancaron una de las mayores ovaciones de la noche), Munich, o la muy divertida marcha de 1941.

Las galas de Fimucite acostumbran a deparar alguna sorpresa. Y si el año pasado fueron los excelentes clips del grupo cómico El Supositorio parodiando la saga Alien, en esta ocasión fue la visita del mismísimo Darth Vader y un séquito de stormtroopers, que aparecieron en el auditorio mientras la orquesta interpretaba una de las “propinas” del concierto, la Marcha imperial de El imperio contraataca. Un momentazo decididamente friki que yo, particularmente, agradecí.

Si quieren más información sobre el evento, Juan Ángel Sáiz realizó una excelente cobertura día a día en su blog Scoremúsica, y me consta que en breve Manuel Díaz Noda, responsable de las actividades paralelas del festival y uno de los coordinadores del libro del festival, hará lo propio en el suyo, Adivina quién viene al cine.

Por mi parte, si has llegado al final de este tocho, siento mucho haber contribuido al aumento de tu miopía. ¡Nos vemos en Fimucite 5 el año que viene!

30 junio 2010

iPhone 4, la gran cagada tecnológica


Como zurdo, me he acostumbrado a cortar mal con unas simples tijeras, a tener que adoptar posturas absurdas para utilizar las sillas con reposabrazos, o incluso a tener que hacer malabares para manejar un simple cacito para calentar la leche (ya que el pitorro está orientado para que el contenido sea vertido sujetando el mango con la mano derecha). Lo que no me esperaba es que una cosa tan tecnológica, tan moderna y tan todo como el nuevo iPhone 4 de Apple se uniera al pléyade de objetos que para los siniestros se convierten en pequeñas jodiendas cotidianas.

Al parecer, este lindo cacharrito no funciona bien si se sujeta con la mano izquierda, porque los dedos tapan la antena y se pierde cobertura. Se han preocupado de que haga mil chuminadas, pero han cometido lo que sólo se puede definir como un error garrafal de diseño.

Me recuerda a una vieja historia sobre la carrera espacial: los americanos gastaron miles de dólares en desarrollar un bolígrafo que los astronautas pudieran utilizar en condiciones de gravedad cero, mientras que los pragmáticos soviéticos solventaron el problema utilizando lápices de los de toda la vida. Aquí, Apple ha gastado dinerales en los elementos más avanzados, y se ha despreocupado de algo tan básico como es la antena receptora.

Lo peor es que, ante las protestas remitidas por usuarios zurdos, el mandamás de Apple, Steve Jobs, ha propuesto como solución que (agárrense) sujetemos el móvil de otro modo. Alguien debería meterle una demanda millonaria por discriminación con agravantes de soberbia y estupidez, para forzarlos a, como mínimo, ponerle en la caja una advertencia que rece “Producto no apto para zurdos”.

De todos modos, esto tipo de errores es, por desgracia, muy frecuente: al fin y al cabo, los zurdos “sólo” somos el 10% de la población mundial, por lo que rara vez se nos toma en consideración cuando sacan un producto al mercado. Cuando leo en la caja de cualquier aparatito que éste ha sido diseñado ergonómicamente, me echo a temblar, porque sé sin necesidad de haberlo utilizado que el objeto en cuestión realmente es ergonómico… para diestros.

(Foto extraída de www.apple.com, la página oficial de la marca: para más cachonedeo, al anunciar sus prestaciones, indican que el iPhone 4 está "Done the right way", un involuntario e inconveniente juego de palabras, puesto que "right "significa tanto "correcto" como "derecha". Así, esto se puede traducir como "hecho de la manera correcta"... o "Hecho a la manera derecha!")

27 junio 2010

Reseña: “Kick Ass”

Kick Ass, película dirigida por Matthew Vaughn basada en el comic homónimo de Mike Millar y John Romita Jr., es una de esas cintas que tienen más gracia contadas que vistas.

La historia de un adolescente sin poderes (y sin sesera) tan obsesionado por los tebeos que, cual Quijote posmoderno, se enfunda una licra y se pone a luchar contra el crimen con patéticos resultados, suena a comedia tronchante. Y si a la ecuación añadimos la aparición de dos hiperviolentos superhéroes “de verdad”, uno de los cuales (Hit Girl) es una niña de trece años con especial habilidad para el homicidio con armas blancas, la cosa deviene en material altamente transgresor. Sin embargo, la cinta llega a hacerse pesada por momentos, y la historieta de la angelical nenita asesina cansa a partir del sexto cadáver.

El comic original resultaba mucho más descarnado, y acaso el estilo tendente a la caricatura del dibujo ayudaba a sobrellevar una historia tan oscura. La película lima muchas de las asperezas de la historia original, lo cual, por cierto, es una muestra de cinismo de los cineastas: todos los artículos promocionales que se han publicado sobre Kick Ass hacen hincapié en el hecho de que es una producción independiente porque todos los estudios a los que se presentó el guión lo rechazaron por considerarlo demasiado atrevido.

Sin embargo, la adaptación cinematográfica ha “hollywoodizado” muchos elementos, de tal modo que la historia amorosa del protagonista resultará más edulcorada que en las viñetas, el trasfondo de Hit Girl y Big Daddy, su super-padre, es más dramático, y el clímax de la aventura resulta más pirotécnico y “peliculero” en el mal sentido.

El tebeo de Millar y Romita Jr. resultaba más consecuente con las premisas que se había trazado: los autores proponían una historia oscura y grandguinolesca llevada a sus últimas consecuencias, en las que se demostraba que si los superhéroes, existieran en la vida real, serían personas violentas con relaciones disfuncionales y que por sus actos no obtendrían reconocimiento social ni satisfacciones personales.

La película respeta ese espíritu durante dos tercios del metraje, para dar una vuelta de 180 grados en el final y terminar siendo otra película de superhéroes más (acaso más violenta), en la que el chico se queda con la chica y hay hasta un fotogénico vuelo nocturno entre los rascacielos de la ciudad. Los trailers nos vendieron una historia que presumiblemente iba a romper con todos los tópicos, pero al final los asumió todos de una tacada.

Por supuesto, se puede realizar una adaptación infiel que resulte una gran película, peor este no es el caso, en parte porque el exceso de hemoglobina la que se despliega en su metraje produce bastante rechazo en un espectador mínimamente sensible. Durante la escaramuza final, los saltos, volteretas, decapitaciones y acuchillamientos de Hit Girl son acompañados con una “marchosa” canción Rock, para que nos quede claro lo molón que es el rollo.

En este punto, es cuando certifiqué que ya me estoy haciendo mayor, porque sé que hace diez años me habría encantado la escena, y ahora me resultó de mal gusto y me llevó a preguntarme qué clase de sociedad es la que estamos construyendo cuando las películas veraniegas para adolescentes glorifican el asesinato como una de las bellas artes.

Además, desde el punto de vista puramente estético, las batallitas de esta cinta me reafirmaron en algo que ya pensé cuando vi Sin City: que el papel lo aguanta todo, no así el celuloide. La película de Robert Rodríguez y Frank Miller trasladaba viñeta a viñeta la historieta a la pantalla, y sin embargo, lo que en el álbum era estilizado y atractivo, en pantalla resultaba tosco y exagerado. En Kick Ass, el director parece haberse dado cuenta de esto, ya que, aún siendo muy explícitas, las escenas violentas no llegan a los extremos gore del tebeo. Sin embargo, siguen resultando grotescas.

El apartado técnico, todo hay que decirlo, es excelente. Siempre he pensado que Matthew Vaughan (Layer Cake, Stardust) era bastante mejor director que el modernito exmarido de Madonna, Guy Ritchie (a quien Vaughan produjo sus primeras, y mejores, cintas). En esta ocasión, la puesta en escena es dinámica, adecuadamente grandilocuente cuando lo requiere el momento, y con mucha atención a la dirección de actores, aspecto que se suele obviar en las películas de este estilo: Aaron Johnson se luce como el protagonista atolondrado con encanto, y Mark Strong sigue demostrando que, hoy por hoy, es uno de los mejores secundarios que hay en pantalla, si bien debería dejar de interpretar a villanos urgentemente, o va a acabar más encasillado que Dennis Hopper (que en gloria esté).

En suma, Kick Ass busca ser tan rompedora y epatante que su final más bien tradicional acaba rompiendo el encanto. En cuanto a lo de que una niña de trece años blandiendo katanas que ríete tu de Uma Thurman en Kill Bill, dejamos a gusto del consumidor que considere si es o no un gran chiste.

26 junio 2010

Y cuando despertó, el blog seguía ahí...

Como ven, le he cambiado las pintas a la chisma, manteniedo mi querencia hacia el azul (más que nada porque la cabecera que había hecho era de ese color y me daba pereza cambiarla), y le he añadido una ventanita de buscador (esquina superior derecha) que, sorprendentemente, funciona y permite buscar mejor los contenidos. También agregué unos iconos que permiten compartir los textos en las redes sociales (que se note que uno y es modelno está en la cosa de la Web 2.0). Ahora ya sólo sólo me queda actualizar...

Espero que con la llegada del veranito, se aligere el ritmo de trabajo y pueda perder el tiem... actualizar más esta cosa ;-)

15 mayo 2010

(No hemos cerrado, sólo estamos suspendidos temporalmente)

Toc, toc... ¿hay alguien ahí?

Este blog debería haberse actualizado hace mucho, pero responsabilidades varias lo han tenido literalmente colapsado. Esperemos que en breve podamos retomar la cosa...

09 marzo 2010

La ministra y el telescopio

Ayer la ministra de Ciencia, Innovación y otras cosas del montón, Cristina Garmendia, va y dice que “Canarias está en inferioridad de condiciones” en la pugna con Chile por acoger el asentamiento del Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT). Y para asegurarse de que todos nos dábamos cuenta de su cagada, añadió: “"Nosotros, desde luego, respaldaremos todas las actuaciones necesarias, pero la verdad es que creo que difícilmente con una actuación diplomática se pueda ni se deba revertir la opinión de la comunidad científica y tecnológica".

Entiendo que al Estado no le apetezca nada soltar los 300 millones de euros que ha prometido para esta cosa del telescopio. Pero, coño, disimulen un poco.

Si les soy sincero, a mi el tema del E-ELT me da un poco igual: si al final lo ponen en La Palma, me alegraré porque será el colofón a décadas de buen hacer en el campo de la Astronomía en la isla, pero si no se consigue, reconozco que no perderé el sueño por ello. El objeto de esta entrada del blog es resaltar las palabras de Garmendia, porque hacía tiempo que no había visto una muestra de tanta torpeza política.

¡Con lo fácil que le habría resultado quedar bien en este asunto! Ella sale, dice dos o tres cosas triunfalistas en plan “lo vamos a conseguir” y “haremos todo lo que esté en nuestras manos para lograrlo”, y ya tendría a toda Canarias y parte del extranjero besando el suelo que pisa. Debería haber hecho lo que Gallardón y compañía con lo de la candidatura olímpica de Madrid, que aún cuando ya sabían que se la iban a dar a Brasil, lucharon hasta el final y, lo que es casi tan importante, hicieron su lucha muy visible.

En este caso, tenemos a una ministra que no tiene excesivas ganas de emprender una batalla y, lo que es peor, no le importa demasiado manifestarlo abiertamente. Luego que no se extrañe si le llueven palos. Dicen que la Garmendia es una tipa muy eficaz, y no dudo de su inteligencia. Pero quizás sus habilidades estarían mejor aprovechadas en un cargo de perfil más técnico y menos político. Porque lo que es arengar a las masas e insuflar ánimos, la veo justita, justita.

23 febrero 2010

Un teleférico en Tejeda

La cosa suena chocante, si no fuera porque en Canarias ya tenemos precedentes igualmente absurdos de teleféricos (y paradores) incluso en parques nacionales. Así que mucho me temo que en pocos meses “gozaremos” de ese “imprescindible” transporte tan largamente esperado. Lo peor es que al leer los comentarios de lectores de muchos diarios canarios, compruebo que a muchos les parece una buena idea. ¿Alguien les ha explicado el concepto de “impacto visual”?

Con cosas tan aparentemente inocentes e incluso prácticas como este teleférico, poco a poco nos estamos cargando el paisaje, un recurso que hoy por hoy es uno de nuestros principales activos turísticos. Seamos realistas: aquí no vienen los visitantes por nuestra oferta cultural y de servicios, vienen a disfrutar de nuestro entorno (vale, también a emborracharse barato). ¿De verdad creen que la vista de Tejeda mejorará con un cable de acero que lo cruza y un cubil metálico que pende de él? Sí, seguro que los guiris se dejan la pasta para montarse en la cosa pero, ¿hasta qué punto será rentable sacrificar la vista?

El problema de base es creer que el paisaje es nuestro derecho, que la naturaleza es un parque de atracciones a nuestro servicio, y por tanto, aplaudimos cualquier burrada que nos haga más cómoda su invasión. Lo cierto es que nosotros somos parte del paisaje, y de nuestras acciones depende en gran medida su pervivencia. Yo pensaba que eso era una noción básica que se estudiaba en Primara, pero está visto que no es así. (Claro que a veces es una presunción harto optimista pensar que nuestra clase política y empresarial llega a nivel de Primaria; seguro que los pasaban de curso…)