24 noviembre 2005


No les pillo la gracia

Últimamente a la crítica le ha dado por subir a los altares dos películas hasta considerarlas casi obras maestras. La filmografía de sus directores es de indudable calidad y en esta ocasión han creado dos films más accesibles de lo que suele ser habitual en ellos. Sin embargo, aún reconociendo que son buenas películas, no les acabo de coger el punto. Me refiero a Una historia violenta, de David Cronenberg y Flores rotas de Jim Jarmush.
La primera es una cinta muy bien narrada, de esas que cuando te das cuenta ya han finalizado. Tiene un par de cronenbergismos (=guarradas) que no parecen pegar con el resto del film (y quizá por ello resultan tan efectivas) y los actores están muy bien. Como suele ser habitual, se ha halagado mucho a Ed Harris, pero yo me quedo con un William Hurt con aspecto de ido que resulta involuntariamente divertido.

Sin embargo, esa sesuda tesis que se supone que contiene acerca de "la violencia inherente al ser humano"... qué quieren que les diga, yo no la acabo de ver; si acaso la atisbo lejanamente en el personaje del hijo de Viggo Mortensen. Es un neo-Film Noir que, como también se ha podido leer, recuerda a Forajidos, de Robert Siodmak, pero sin mujer fatal. Ya saben, el pasado que acaba alcanzándonos, la imposibilidad de la redención, y todo eso.

Flores rotas ha resultado más decepcionante. Bill Murray, cómico que siempre me gustó en gansadas como El pelotón chiflado o Los cazafantasmas por su aire de que la cosa no iba con él, alcanzó un inusitado prestigio gracias a la bonita Lost in Translation. Aquí, básicamente, vuelve a repetir el papel de yuppie alelado.

La película es un amago de comedia sin gracia, con serias arritmias y tiempos muertos que, si bien son propios del cine de Jarmush, en este caso resultan enervantes. Lo peor es que tenía los mimbres para ser muy divertida: el personaje del vecino-detective que interpreta Jeffrey Wright resulta simpático, y el propio mac guffin que sustenta la trama (una carta sin rúbrica que informa a Murray que es padre de un chaval de 20 años) daba más juego. Una oportunidad perdida.

A estas alturas ya deben estar hartos de leer y oir por ahí lo maravillosas que son estas cintas. Pero, aún reconociendo que son películas superiores a la media, me siento incapaz de detectar tantas excelencias. Es más: sospecho que si las mismas imágenes las firmaran machacantes del Hollywood industrial en lugar de cineastas de culto, la crítica habría sido menos generosa.

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