27 diciembre 2005


Reseña: Avalon (2001)

Gracias al DVD he podido descubrir Avalon (Mamouro Oshii, 2001), que es, como mínimo, una de las cintas más exóticas que he visto en los últimos tiempos: una producción de ciencia ficción de imagen real, dirigida por un maestro del cine de animación japonés, rodada en Polonia, con actores polacos (!) y hablada en polaco (!!).
El argumento nos sitúa en un futuro en el que algunas personas huyen de una realidad anodina conectándose a Avalon, un videojuego ilegal de realidad virtual en el que los jugadores adoptan la identidad de guerreros. Se puede abandonar la partida en cualquier momento, ya que existe el peligro de que al ser herido durante la misma, el cuerpo conectado caiga en estado de coma. La protagonista es Ash, una experta jugadora que descubre el modo de acceder a un nivel secreto del juego más realista, pero también más peligroso: una vez iniciado, la única manera de abandonarlo es superarlo o perecer en el intento.

Oshii logró cierta celebridad en el mundo de la ciencia ficción gracias a la cinta de animación Ghost in the Shell (1995), cuya segunda parte , Innocence, se rodó el pasado año y aún no se ha estrenado en España. Avalon comparte muchas ideas con aquella, adscribiéndose a una corriente que podríamos denominar ciberpunk místico o existencialista.
En el campo estético, lo más evidente es que Ash es físicamente muy parecida a la protagonista de la cinta de dibujos animados, la teniente Motoko Kusanagi. En el plano ideológico, la cinta ahonda en el interés de Oshii por replantear la naturaleza humana ante hechos como la realidad virtual o el ciberespacio, los cuales podrían variar nuestra percepción y modo de vida si llegan a desarrollarse como describen estas cintas futuristas.

En Ghost in the shell, la protagonista era una mujer con cuerpo robótico y cerebro orgánico. Esa condición la conduce a preguntarse si ella es una persona, algo menos o, por qué no, una entidad superior. La posibilidad de unir en el ciberespacio su mente con una inteligencia artificial la llevará a arriesgar su vida para intentar dar ese salto evolutivo que conjuga lo humano y lo cibernético en una nueva forma de existencia. El film culminaba con una Motoko ya fundida con la inteligencia artificial y reubicada en un cuerpo de niña (simbolizando así que debe volver a crecer y desarrollarse en su nueva naturaleza).

Avalon es, básicamente, una reedición de esta idea en la que se ha cambiado el ciberespacio por la realidad virtual. De nuevo una mujer fuerte se ve ante la tesitura de continuar en el mundo real o abandonar su cuerpo y abrazar una nueva forma de existencia dentro del juego. En la realidad, Ash es callada y físicamente anodina (para resaltar ese punto, cada vez que finaliza una partida, se pone de manera ostentosa unas enormes gafas de vista). En cambio, dentro de Avalon es una guerrera consumada y admirada . Así, es comprensible que al final dude entre retornar a su vida ordinaria o seguir viviendo como un ser excepcional dentro del juego, aunque ello suponga perder su cuerpo (que quedaría en coma).

La película puede interpretarse en clave filosófica, pues subyace un discurso sobre la naturaleza de las cosas (ontología) y la percepción: ¿qué es lo real: los fenómenos que acontecen o la manera en que los percibimos? Uno de los personajes llegará a espetarle a Ash que "la realidad está sobrevalorada", frase que podría servir como resumen del ideario del film.

Formalmente, destaca una fotografía de colores desvaídos y tonos pardos que a la larga puede resultar cansina, pero que refuerza la sensación de agobio vital que persigue la película. Con la misma intención, Oshii relata pormenorizadamente la vida de Ash recurriendo a la repetición de planos para crear sensación de rutina.

Es también destacable el uso que se hace del perro de la protagonista como metáfora del anclaje del personaje en el mundo real: de manera ceremonial, Ash lo alimenta cuando vuelve de sus partidas. El día que descubre cómo acceder al nivel secreto de Avalon, el perro desaparece: Ash ha iniciado su renuncia a la realidad.

Aunque hay muchas escenas de acción, la película está narrada a un ritmo lento, lo cual puede enervar a espectadores poco pacientes, pero es necesario para poder asimilar los contenidos de la cinta. Aún así, cabe criticar que en ciertos momentos Oshii mantiene el plano más allá de lo razonable por puro esteticismo. El guión obliga a la actriz principal (Malgorzata Foremniak) a ser poco expresiva y algo seca, lo cual no puede señalarse como una mala interpretación, sino como un modo de representar mejor la alienación de Ash. También son destacables los excelentes efectos visuales y una delicada partitura de Kenji Kawai que conjuga la electrónica con los coros.

Avalon no es una película para todos los gustos, y supongo que quienes abominen de la ciencia ficción o no estén acostumbrados al ritmo ceremonioso del cine oriental la odiarán. Pero se trata de una cinta apreciable y de gran interés tanto en su discurso como en su forma, que merce que se le preste más atención de la que ha recibido.

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