Contra la catástrofe, anuncios
Una de las medidas mas rápidas que adoptó la compañía eléctrica Unelco-Endesa tras los cortes de luz (aún no resueltos) originados por la tormenta Delta en Canarias fue contratar en la prensa local enormes anuncios a todo color (iba a escanearlos para ilustrar esta entrada, pero paso de hacerles publicidad gratis). Uno, que lleva tres días a oscuras, con agua fría y un transistor a pilas, ve esa publicidad y no le pilla la gracia. A lo mejor es que tengo poco sentido del humor (negro).
Si Unelco pretende lavar su imagen pública con esa papafritada, va lista. Lo más probable es que quiera dejar contentos a los periódicos (que viven de la publicidad) y quizá condicionarlos para que no investiguen a fondo lo deficiente que ha sido la gestión de la crisis por parte de la compañía. Dentro de lo que cabe ha actuado con agilidad (desde aquí un sincero agradecimiento a sus operarios, que han trabajado a toda máquina bajo condiciones adversas), pero la información no ha sido clara ni suficiente y, sobre todo, se ha puesto en evidencia que los medios con los que dispone la empresa en Canarias son pocos para prevenir y solventar casos de emergencia en poblaciones de más de 200.000 personas.
De vez en cuando se oían voces que clamaban que la red era endeble, con escasas revisiones y menos repuestos (no entramos aquí en la conveniencia de apostar tan fuerte por los tendidos aereos frente a los soterrados). Para colmo, ya había un precedente de inoperancia: durante las riadas en Santa Cruz de Tenerife el 31 de marzo de 2002, la ciudad vivió otro apagón, de nuevo originado por lo obsoleto de los equipos. Teniendo en cuenta que la empresa es monopolio en Canarias y, por tanto, obtiene el máximo de ingresos posibles (porque a los ciudadanos no nos queda otra que pagarles religiosamente), es lamentable que no hayan invertido en mantenimiento de la red.
Los políticos se suben ahora al carro de las críticas, las peticiones de responsabilidades, las alternativas e incluso intentan sacarle rédito electoral. Recuerdo que hicieron lo mismo cuando la riada, y al final todo quedó en meros comentarios, y ya sabemos que las palabras se las lleva el viento (vaya metáfora más desafortunada). Esos que ahora cacarean (porque saben que es lo que les lavará la cara ante una población votante que ha llegado a la cacerolada), mejor hubieran aprovechado en su momento para exigir a la compañía una mayor inversión en mantenimiento.
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