Así dicho, hasta suena a castigo. Pero desde que pasó por Canarias la tormenta tropical Delta, no he podido ver la televisión, pues la antena de mi edificio quedó peor que la audiencia de un concierto de Arnold Shönberg en prime time. Así que no he podido disfrutar de esa programación taaaan edificante que día a día contribuye a mejorarnos como seres humanos. Y por extensión, no he encontrado materia prima con la que nutrir a la bestia (o sea, este blog).Así que disculpen, queridos lectores (es decir, si es que hay lectores por ahí...)
Aún así, no lamento haberme perdido cosas como el estreno del nuevo programa de Pepe Navarro. Reconozco que sentía curiosidad morbosa, pero por lo visto, parece que no me he perdido gran cosa. En cambio, mi vida social ha mejorado notablemente a base de cafés vespertinos y conversaciones varias, y he recordado la vida que hay más allá del electrodoméstico catódico. Definitivamente, diez días sin tele no han sido un castigo. (Eso sí, a ver cuando arreglan la puñetera antenita...)
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