
Que nadie me malinterprete: no tengo nada en contra de las manifestaciones más típicas de “lo nuestro” (expresión que se ha erigido ya en toda una categoría estética: en Canarias tenemos “lo bello”, lo sublime” y “lo nuestro”). Es más, yo desayuno todos los días con gofio (de millo, para más señas); mi abuelo participa en una rondalla de la asociación de vecinos, lo cual me parece maravilloso porque así el hombre tiene vidilla a pesar de la edad; en casa todos los Viernes Santos nos inflamos a sancocho de cherne salado; e incluso defiendo que “La cantata del mencey loco” de Los Sabandeños y “El romance del Corredera” de Mestisay son grandes obras de la música popular. Vamos, que no me molestan las isas, las folías y las romerías.
Lo que me molesta es que sea eso lo único que se glorifique en estas festividades.
¿Es que no hay cultura más allá del zurrón del gofio que les traigo aquí bajo la farola del mar? ¿No hay grupos de rock, de jazz, de blues, de hip-hop? ¿No hay dibujantes de comic? ¿No hay fotógrafos? ¿No hay pintores y artistas plásticos que tengan otros horizontes estéticos más allá de las marinas y los paisajes de Las Cañadas? ¿No hay escritores que se dediquen a la novela negra o, incluso, a la ciencia ficción? ¿Cineastas cuyas películas trasciendan el costumbrismo que aquí tanto se destila? En fin, ¿es que no hay nada más allá de aquello que la oficialidad nos pretende imponer?
Por supuesto que lo hay, y mucho, y bueno. El problema es que no se le da bola. No interesa a las instituciones y, lo que es peor, incluso se minusvalora. Estoy convencido de que para muchos, “No-Do", la próxima película de Elio Quiroga, no es cultura canaria porque es una película de terror en la que no salen vistas molonas de la playa de El Golfo en Lanzarote.
Prueba de todo esto es la programación de la televisión autonómica prevista para hoy: la típica gala con la pachanguita habitual, una romería desde Las Palmas, un Canarias Directo especial que no hace falta ser adivino para saber con qué clase de cosas va a conectar… lo de siempre.
Para disimular, ponen cine canario… a partir de la medianoche: “La caja” de Juan Carlos Falcón y una selección de cortos de cineastas isleños (incluido “Algo que aprender” de Eugenia Arteaga, compañera de fatigas en el Aula de Cine de la Universidad de La Laguna), que claro, a esas horas, si lo ve alguien, es porque acaba de llegar a casa chuzo perdido de la romería que retransmitió “la Nuestra”). Poner esas películas a esas horas y no poner nada es lo mismo, desde luego, no es lo que yo entiendo como difundir la cinematografía autóctona.
En suma, sé que lo que he escrito puede molestar a algunos y ser malinterpretado por otros. Pero insisto: cultura canaria sí. Pero toda, no sólo la etnográfico-folclórica (que, repito, me parece perfecto que exista y defienda).