08 marzo 2008

Amargo final

De nuevo el terrorismo ha roto el final de campaña y oscurecido el día de reflexión. Poco hay que decir al respecto, salvo condenar con fuerza el acto criminal. Para los partidos, la tentación de sacar rédito electoral de este asesinato será muy fuerte. De hecho, ya el PP ha asomado la patita apoyando pero menos la declaración "conjunta" de repulsa emitida ayer por todos los partidos: no ha podido dejar de decir que ellos habían pedido infructuosamente que en el comunicado que se incluyera una mención a la "no negociación" (precisamente uno de sus argumentos electorales). De este modo, han devaluado lo que debía ser un texto de consenso, dando a entender que está incompleto.

Hoy, sábado, ya llegan noticias de que se están enviando SMS en los que se dice que ETA no ha asumido la autoría del asesinato, por lo que están organizando manifestaciones "espontáneas" ante las sedes del PSOE pidiendo claridad y no sé qué. Vamos, que aún no han digerido su fracaso de hace cuatro años, y pretenden impedir su previsible nueva derrota manipulando a la opinión pública sembrando dudas poco razonables. Casi puedo ver a Zaplana y Acebes descoyuntándose los dedos mandando esos mensajitos...

Lo que ha pasado ahora no es lo mismo que lo de hace cuatro años. Cualquier intento de asemejar ambos hechos es interesado y manipulador, es ofrecer una visión distorsionada de una tragedia para intentar con ello acaparar unos miles de votos más. Esta campaña ya ha sido bastante crispante y distorsionadora, lo que menos necesitamos es este fin de fiesta. La clase política española está cada día más devaluada, y cuando en situaciones dramáticas como esta tienen la oportunidad de recuperar algo de dignidad comportándose como seres civilizados, la cagan miserablemente. Espero que estas horas que restan antes del escrutinio final, la cosa vaya por los cauces de normalidad que deberían. Que el electoralismo no convierta el terrorismo en un eslogan más.

Y en cuanto a ETA, con cada asesinato lo único que están logrando es alejarse cada vez más de la sociedad. Los criminales no pueden establecer las reglas, por lo que si alguna vez tuvieron legitimidad política (cosa que dudo), la han perdido hace décadas balazo a balazo. No entro en si su reivindicación por la autodeterminación es razonable o no; sólo digo que las cosas no basta con pedirlas, hay que merecerlas. Y no creo que ni ETA ni quienes la apoyan merezcan jamás lograr sus objetivos.

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