03 agosto 2006

Música de Cine en Úbeda: Para concluir…

Ya hemos hablado largo y tendido del II Congreso Internacional de Música de Cine celebrado en Úbeda entre el 20 y el 23 de julio. Como no es plan de alargar esto más, vamos a cerrar el tema resumiendo lo más posible otras cosas que se quedaron en el tintero:


- John Ottman: La otra estrella internacional invitada fue la más sosa de todas. Aunque se prestó gustoso a firmas y fotos, tenía pinta de estar muy perdido por los famosos cerros de la ciudad anfitriona. Además, fue el único que no se preparo una conferencia mínimamente articulada, sino que pasó directamente al turno de preguntas. En él afirmó que no le importa estar encasillado en el género de super-héroes, ya que se adapta muy bien a su estilo, si bien reconoció que no sabe cuántos temas más en plan fanfarria iba a ser capaz de componer.

Particularmente, eso no me parece una gran noticia, ya que yo prefiero el Ottman contenido de Sospechosos habituales o Incógnito, antes que el trompetero de Los 4 Fantásticos. Eso sí, fue muy interesante lo que dijo del permanente estado de paranoia con el que viven los compositores: un músico establecido como él no se puede negar a aceptar un trabajo, ya que de hacerlo, esa podría ser la última oferta que recibiera. Así de heavy está el patio, y eso explica la cantidad de bodrios quue abundan en las filmografías de músicos excelentes.

- Bruno Coulais:
Una de las conferencias que me perdí fue la de este compositor francés, que tras una carrera llena de fantásticos trabajos de corte más bien experimental, se ha hecho famoso con Los chicos del coro (al parecer, a él no le gusta mucho). La escolanía de Úbeda interpretó esa obra suya con más pena que gloria. Sin embargo, el bueno de Coulais se levantó a saludarlos y a agradecerles la interpretación. "En estos tiempos de guerra, nada me suena mejor que la voz de los niños", dijo para rubricar ese emotivo momento.


-Mateo Pascual: Interesante su conferencia sobre música para videojuegos, sobre todo porque fue un cursillo acelerado de cómo se elabora un producto para consolas y PC desde su idea básica hasta sus pruebas finales. Con todo, su idea de la música me pareció tan espectacular como superficial y algo pomposa (mucho coro y mucha fanfarria), aunque está claro que a un videojuego no se le puede pedir que tenga los mismos elementos psicológicos e introspectivos que el cine, y que es un medio que pide ese tipo de música enfática.

-Óscar Araujo: Acojona un poco oírle decir que él sigue trabajando en la industria del videojuego porque cree que a la larga ésta se comerá a la del cine. Con todo, parece que razón no le falta… Aún así, hay que reconocerle que su partitura para El Cid de dibujos animados no tiene nada que envidiar a un blockbuster de Hollywood y que es de lo mejorcito compuesto en España para cine. Resultó sorprendente la "confesión" de que su carrera como músico empezó en la ruta del bakalao: el famoso "esta sí, esta no…" de Chimo Vallo tiene música suya (¡¡!!).

- Xavier Capellas:
Su ponencia fue algo escueta, aunque me dio la impresión de que era por una cuestión de timidez más que otra cosa. Muy interesante ver copiones de La vida de nadie con y sin música, ya que se demuestra cómo algunas escenas de diálogo especialmente estáticas pueden hacerse más llevaderas con el apropiado acompañamiento. También sirvió para demostrar que el diálogo y la música no tienen por qué pelearse, y que incluso ésta puede redondear a aquellos: en un ejemplo, una discusión se acompaña con una música crispada y se dulcifica cuando el diálogo se refiere al hijo del matrimonio que pelea.


- Conrado Xalabarder: El crítico y estudioso de las banda sonoras es uno de los responsables de que en este país se esté dignificando la música de cine poco a poco. Su ponencia era un resumen de las tesis de su libro Música de Cine: una ilusión óptica, en el cual dice cosas tan interesantes como que un buen músico de cine es también un buen cineasta, pues con su obra narra una historia paralela que completa las imágenes. Un ejemplo es el Jerry Goldsmith de Freud: pasión secreta: el personaje que encarnaba Montgomery Clift apenas dice nada en la cinta; es una música "desde dentro del personaje" la que aporta todo su drama existencial.


- María de Arco: Que una musicóloga haya decidido hacer de la música de cine materia de estudio (y en especial El planeta de los simios de Goldsmith) es motivo de celebración porque es otro de esos pequeños hitos que ayudan a normalizar la música para la imagen como materia digna de consideración académica. A falta de leerlo, que al menos quede clara mi aplauso por la mera existencia de su libro Experimentalismo en la Música Cinematográfica, editado nada menos que por el Fondo de Cultura Económica.


- Las galas: Hubo dos, una dedicada a los compositores españoles y otra a entregar los premios Goldspirit que conceden los internautas. Fueron largas, a veces tediosas, pero con momentos muy divertidos (la introducción de Conrado Xalabarder; los bárbaros reconociendo a Poledouris) y también emotivas (los lagrimones de Basil ante tanta ovación)

-Carlos Pacheco: Como bonus track, al congreso acudió este magnífico y cotizadísimo dibujante de comics, actual responsable gráfico de Superman. Un tío salado, simpático, que tuvo a bien dibujarnos unos bocetos ( ¡¡a mí me hizo una Wonder Woman que s eparece a Monica bellucci!!), y confesarnos las coñitas que suele colar en los comics americanos: la última, dos policías de Metrópolis en cuyas placas se lee (si se afina muuucho la vista) "Grijander" y "Gromenawer". Pedazos de nombres para los agentes.

- El concierto: El coro era de aficionados, y se notó, pero hizo lo que pudo; la orquesta sí que es de juzgado de guardia, pues para ser profesional, es increíble como fue capaz de destrozar algo tan sólido como "The Enterprise" de Goldsmith, o entrar a destiempo en Conan". Con todo, las piezas de Frizell, Ottman y Debney sonaron moderadamente bien (especialmwente las de el último de los citados), y no se puede negar que reunir en directo a tantas estrellas de la banda sonora es un hito incuestionable. A pesar de la orquesta, una noche para el recuerdo.


Y eso es todo (no me extiendo en las comidas, el partido de bolos y la maravillosa experiencia humana que fue conocer en persona a muchos congresistas a los que sólo había tratado por la red, porque entonces esto sí que se alargaba). Lo que tengo claro es que, a pesar del calor y del efecto horno de algunas salas de conferencias, volveré el próximo año a Úbeda (salvo que se produzcan causas de fuerza mayor o que las estrellas invitadas sean el Amenábar "compositor" y Giorgio Morodoer: mi masoquismo no llega a tanto).

(Foto: Otra vista del precioso patio del Hospital de Santiago)

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