19 julio 2006

Reseña: Superman Returns


La nueva película del hombre de acero me ha dejado un amargo sabor de boca. Mala no es, pero sí decepcionante. Reconozco que mis expectativas eran muy altas, pero había motivos: un buen director detrás, un holgado presupuesto (el mayor que haya aceptado la Warner Bros.), Kevin Spacey haciendo de malo, un personaje de comic (lo cual para mí, lector de tebeos, es un aliciente)… Al salir del cine, mi sensación fue: “¿Tanto rollo para esto?”

Hago constar que no vi la película en las mejores condiciones: en un lateral de la segunda fila que me deformaba la visión, y en la misma sala que unos energúmenos que no paraban de hablar y hacer el pinga. Creo que en esas circunstancias, probablemente mi juicio esté algo nublado. Aún así, le reconozco al film un gran mérito: está muy bien contado, ya que estamos hablando de dos horas y media que en ningún momento se hacen pesadas.

El principal problema que le veo a este proyecto es que se trata de una continuación de la segunda película de la saga (1979), aquella tan memorable tanto por lo cursi de la historia de amor como por el poderío de Terence Stamp como el villano general Zod. Este Superman de 2006 intenta establecer una continuidad con aquella película, y no siempre lo consigue. Pero aunque lo lograra, me parece erróneo como enfoque, puesto que se nota demasiado que durante toda la proyección, Bryan Singer y sus guionistas están más preocupados por hacernos recordar las anteriores películas que por crear cosas nuevas. Se busca la reminiscencia más que la innovación, lo cual es más cómodo pero ciertamente menos arriesgado.

Para colmo, no les sale del todo bien: Brandon Routh y Kate Bosworth, los nuevos Superman y Lois Lane, son en apariencia mucho más jóvenes que Christopher Reeve y Margot Kidder (los anteriores intérpretes de los personajes). En los años 70, poner a dos treintones como protagonistas no entrañaba problemas, mientras que ahora la audiencia media ha descendido de edad, por lo cual, desde el punto de vista empresarial, es lógico que hagan un reparto más acorde con el público mayoritario. Pero el problema de continuidad es evidente, dado que los personajes en la tercera parte parecen más jóvenes que en la segunda.

La Bosworth es una preciosidad. No la conocía y desde luego que le seguiré la pista a partir de ahora (no por sus méritos artísticos, me temo). Pero no me la creo como Lois. La gracia de Margot Kidder es que no era precisamente guapa, pero transmitía una fuerza interna y una determinación de las que esta niña carece por completo. Era fácil creer que Kidder era la reportera más intrépida del Daily Planet; la Bosworth, a lo sumo, puede ser la reportera más intrépida de Marie Claire. ¡Si hasta la Teri Hatcher de aquella pastelosa serie de televisión llamada Lois y Clark parece más aguerrida!

En cuanto a Brandon Routh, hace un buen Superman (a pesar de que ese uniforme con el escudo hasta en la suela de las botas y la capa de plástico es más disfraz que ninguno de los anteriores), pero es evidente que le han pedido que imite a Christopher Reeve y el resultado es que su Clark Kent es una imitación del que hizo el añorado actor. Esto es lógico si se quería mantener la dichosa continuidad, pero para un actor es lo que en términos técnicos se denomina una putada de las gordas: bastante complicado es hacer bien un papel de estas características como para que encima lo compliquen pidiéndole al histrión de turno que remede a un actor anterior.

Esto es evidente, por ejemplo en el plano final: Superman vuela hacia el público, lo mira un segundo sonriendo y sale del plano. Esto es un momento mítico de Reeve, en el cual demostraba todo su encanto y carisma. Pedirle que lo haga otro da un resultado falso y acartonado; es como si le piden a otra actriz que recite aquello de "Nunca más volveré a pasar hambre" de Scarlett O'Hara. Por muy buena que sea, no podrá superar el recuerdo de Vivian Leigh porque ese momento es ya un icono. No han dejado que Routh cree su propio personaje, y por eso se le nota anquilosado.

En cambio, Kevin Spacey brilla porque está a sus anchas y nadie le ha pedido que imite a Hackman como Lex Luthor. El villano es lo mejor con diferencia de toda la película: realmente da miedo, y su momento de apuñalamiento carcelario es mítico. Pero... si es tan listo, ¿por qué vuelve a asociarse con una imbécil? ¿No tuvo suficiente con Ottis y con la Srta. Teschmeiker (o como se escriba), y se asocia ahora con la tal Kitty?

Además, el plan maestro de Luthor es decepcionante porque es exactamente el mismo que el de la película de 1978: destruir un territorio para convertirlo en terreno y vender parcelas. En la primera parte con un misil nuclear, en esta con un cristal de Krypton, pero es exactamente lo mismo. Incluso utiliza las mismas líneas de diálogo de Gene Hackman para describir su tierra (eso de "la última cosa que me dijo mi padre fue...") ¿Esto es una secuela o un remake?

Un elemento que puede resultar curioso, pero a mí me pareció algo forzado, es la continua comparación entre Superman y Jesucristo: la voz en off de Jor-El hablando de que nos envía a su hijo (Dios/Cristo); la puñalada que recibe en el costado como la lanza de Longinos en el costado de Jesús; Superman, tras soltar el islote de Luthor en el espacio, cayendo (muriendo) con los brazos en cruz; la madre adoptiva de Clark Kent sujetándolo en brazos al inicio del film, como si de una Pietà se tratara. Y claro, la resurrección final. En ese sentido, muy acertada la crítica de El País, titulada Superman Superestar.

Ya en la primera parte cometieron una cagada similar haciendo que Superman hiciera retroceder el tiempo variando la rotación de la Tierra (lo cual, de pasar en realidad, hubiera ocasionado un cataclismo). No sé por qué, hay un empeño en deificar a un personaje que en los comics es muy poderoso, pero sin llegar a estos excesos.

En suma, la película merece la pena por ser un festín de efectos especiales sobresalientes y por un par de escenas de acción muy bien concebidas. Pero sus referencias religiosas y su decidida orientación hacia la vertiente romántica de la historia, más que hacia la heroica, me han resultado decepcionantes. Pero reconozco que esos motivos por los que a mí no me acaba de convencer la cinta, pueden ser los mismos que sirvan a otra persona para disfrutarla.

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