21 marzo 2006


Reseña: Las que faltaban, con Antonia San Juan

Anoche pude ver en directo el show Las que faltaban, de Antonia San Juan, dentro de un ciclo de actuaciones cómicas que el Ayuntamiento de La Laguna organiza cada año bajo el título “Tómatelo en serio”. Saqué en claro dos cosas:

1) No me divertí a pesar de que ese era el objetivo de la velada. Hubo incluso momentos de abisal aburrimiento; quizá se deba a la irregular nómina de autores de los textos, que van de Terenci Moix y Quim Monzó hasta (¡ay!) Félix Sabroso.

2) Antonia San Juan es una excelente actriz, y lo sería más si se olvidara de que ella es Antonia San Juan y superdiva y supestupenda, y se concentrara en los personajes que, cuando quiere, borda.

El espectáculo consta de ocho o nueve monólogos en los que San Juan interpreta diferentes tipos de mujer, de toda extracción social y edad. El caso es que comenzó con los peores sketches posibles. Al finalizar el segundo, me encontraba hundido en la (incómoda) butaca, con semblante agrio preguntándome “Dios mío, ¿esto va a ser todo así?”; si no me fui es porque iba (muy bien) acompañado y no era plan de ser aguafiestas.

En esas dos perlas (es ironía), la actriz desplegó un sentido del humor que si lo calificáramos de zafio nos quedaríamos cortos. Básicamente, conseguía que el público riera a base de gracias como decir “será maricón” o “me sale del chichi”. Los Morancos actúan en el mismo festival, y en esos momentos me preguntaba qué diferenciaba a la San Juan de los cómicos andaluces, si básicamente caen en las mismas chabacanerías (y al menos ellos no engañan a nadie presentándose como “artistas”).

El segundo fragmento, además, tenía pretensiones reivindicativas: un noticiario en el que la presentadora se dedicaba a proferir burradas, para finalizar diciendo algo así como “mientras se bombardean países por ahí, usted y yo vemos la tele y pensamos en donar para buenas causas. Esa es la verdadera hipocresía”. Me gusta la denuncia social en las obras, pero no la que parece un sermón, como este. Y menos si tienen la enjundia de una clase de ética de segundo de BUP.

La cosa mejoró progresivamente, aunque tardé otro par de fragmentos en quitarme de encima la amargura y poder, por fin sonreír. Había algunos realmente divertidos, como el de la niña pija hija de un guardia civil que se lía con un skinhead o la mujer que hace 20 años que no habla con su marido. Y otros facilones, como el de la gran dama que se cepilla al mayordomo polaco o una denuncia a la telebasura recitada en romance (ya saben, octosílabos que riman asonante en los impares). Para ser justos, debemos considerar que tampoco era pretensión de la obra ser totalmente cómica (de hecho, una de las escenas era casi trágica, sobre la hija de una maltratada pidiendo un hombre que la maltrate. Desolador).

El problema de los fragmentos es que se quedaban cortos en todo: cuando eran decididamente cómicos, no llegaban a las cotas de hilaridad que recuerdo haber disfrutado, en el mismo escenario, con Faemino y Cansado hace un año (por poner un ejemplo). Cuando se intentaba poner serio, acababa cayendo en la demagogia y las consignas demasiado evidentes.

Hubo, eso sí, un fragmento dramáticamente muy bien trenzado. San Juan hacía de niña discapacitada mental, y durante medio sketch, provoca la risa contando sus barrabasadas. Era un texto muy inteligente porque bordeó la corrección política y se la saltó sin que el espectador fuera consciente: no creo que los asistentes repararan que se estaban descojonando de lo que decía (figuradamente) una menor con retraso. Lo mejor venía cuando variaba el tono, y la niña comenzaba a describir sus desgracias, apagando las risas de la platea. En un momento dado, tras describir el maltrato recibido, espetó a los asistentes: “¿Esto también os hace gracia?”. La pieza era lo que se dice un cortarrollos total, pero estuvo muy bien hilvanada, y lograba en todo momento llevar al público a donde el autor quería (no sé quién es el escritor, los programas de mano brillaban por su ausencia).

Lo que no se puede dudar es que Antonia San Juan es una gran actriz. Cada uno de sus personajes tenía un tono de voz, acento, timbre y vocabulario diferentes, lo mismo que sus gestos y postura corporal. Pero a veces le fallaba la concentración y se salía del personaje para dejar aflorar la (supuestamente) hilarante personalidad de la Antonia San Juan , personaje popular. Creo que esta chica necesita ya un papel a su medida, porque puede ser de las grandes… pero con un director que la ate en corto.

Reflexión final: sé que he sido demasiado crítico con la obra. De igual modo que hay gente que no soporta a Faemino y Cansado, pero a mí me encantan, no logré sintonizar con la comicidad de San Juan. Tampoco ayuda que los dos primeros fragmentos fueran tan malos y me mantuvieran “alerta” durante el resto de la obra, en lugar de relajarme y disfrutar. A mi alrededor las carcajadas eran sonoras y continuas, por lo que probablemente el problema fuera mío, y no de la obra.

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