02 agosto 2007


Soy culpable de crímenes contra el cine

Si existiera un delito para mí, sería ese. Pues solamente de ese modo se puede describir mi inenarrable conducta de esta semana: justo un día después de las muertes de Ingmar Bergman y Mighelangelo Antonioni, fui al cine a ver Transformers. Culpable.


Y no por la película en sí. Siempre seré defensor a ultranza del cine de Ciencia Ficción y de género y, si bien es cierto que una cinta basada en unos juguetes a priori no da buenas vibraciones, en las manos adecuadas podría haber sido, al menos, interesante o divertida. Por desgracia, en esta ocasión el director al mando es Michael Bay.

Hace años, tras ver Armaggedon, me juré a mí mismo que jamás volvería a ver nada perpetrado por este señor. Y lo cumplí: ni vi Pearl Harbour, ni Dos Policías Rebeldes 2 ni La isla. Mi honor, hasta la fecha, estuvo a salvo, pero la posibilidad de ver una película de robots gigantes dándose de leches pudo más que mi autocontrol. “Además”, pensé para auto justificarme, “si la produce Spielberg, no puede ser tan mala”. Craso error.

El problema básico es que da igual que la película vaya de androides alienígenas, asteroides que chocan contra la Tierra, asaltos terroristas o policías graciositos: si la dirige Bay, siempre es la misma película, con un obsceno patrioterismo y una ridícula exhibición de armamento y honor militar (en serio, estoy por pensar que Bay realmente quería ser marine pero no lo dejaron entrar en la academia).


Lo peor no son esas cuestiones ideológicas, sino que el hombre no sabe empalmar dos planos seguidos. Para mi, Bay representa cómo no se debe dirigir una película. Su abuso de primeros planos, banda sonora enfática, cámaras lentas que no vienen a cuento o imágenes en continuo movimiento acaban por enervar, más que emocionar.


En sus escenas de acción no se ve un carajo, de tanto bamboleo que mete el hombre, y el público nunca tiene una idea clara del espacio en el que se desarrolla, dado el montaje atropellado. ¡Y eso es un gran problema, si tenemos en cuenta que el tipo hace películas de acción!

En suma, una peli de robots gigantes dándose de leches, producida por Spielberg, podría haberse convertido en una buena muestra de cine de entretenimiento. En su lugar, lo que tenemos es la última película de Michael Bay. Eso sí, ahora de verdad: ¡nunca más!

(Foto: Optimus Prime, el bueno de esta película tan mala)

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad es que nunca fui un entusiasta de Bergman y tampoco de Antonioni, pero sé que marcaron una época y un estilo. Es una lástima su desaparición