29 junio 2009

Televisión pública

Hace poco ha trascendido la noticia de que el gobierno planea eliminar toda la publicidad de la televisión pública, de tal modo que su única fuente de financiación serán los impuestos. En otros países modelos similares al propuesto funcionan: los ingleses pagan un canon anual por la BBC, y a cambio poseen una de las cadenas más prestigiosas del mundo que, además, suele producir series de ficción y documentales de calidad que exporta y de ese modo genera beneficios que reinvierte en una televisión de calidad.

Aquí, por supuesto, la cosa no funcionará porque estamos en España y aquí, simplemente, las cosas no funcionan. Pero solamente por un momento, hagan el esfuerzo de imaginar una televisión sin publicidad y, por tanto, libre de las servidumbres de la búsqueda de la audiencia. ¿No aprecian el potencial?

Curiosamente, hay mucha gente que no ve la televisión porque el actual modelo no le satisface, ya que, por suerte, no a todos interesa el corazón y el fútbol, y optan (optamos) por centrarnos en algún noticiario y alguna serie de calidad. Sólo así se explica el fenómeno que está surgiendo en torno a las series de TV descargadas por Internet: nos interesa el contenido, pero odiamos la manera de “servirlo”.

Actualmente hay muchísimos contenidos que, simplemente, no se emiten porque no generan beneficios. ¿Recuerdan la última película anterior a los años setenta que vieron en una cadena generalista? ¿O en blanco y negro? ¿Y un buen programa de música en directo? ¿O de libros? ¿De arte? ¿Un debate en el que participen expertos en la materia abordada, y no meros tertulianos en busca de autobombo? ¿Reportajes que busquen de verdad informar de lo que pasa, no generar espectáculo a partir de una noticia (cosa que sucede cada vez más a menudo)? Ese tipo de programas existe residualmente en La 2, pero con unos medios de producción tan paupérrimos que apenas dan para hacer un programa de calidad, aunque haya buenas ideas e intenciones.

Una televisión pública potente permitiría justo eso: programar contenidos “para una inmensa minoría” (como rezaba aquel afortunado slogan de La 2). Permitiría, además, que los programadores trabajaran pensando con la mente puesta en dos objetivos: calidad y servicio público, lo cual no tiene por qué significar “aburrimiento” (que es la falacia que las teles comerciales se encargan de difundir).

Así, por ejemplo, TVE no tendría que pujar por el fútbol u otros deportes comerciales: que se maten las privadas, que son las que le sacarán rédito. La pública, en cambio, podría dedicar más espacio a otros deportes que ahora, simplemente, no existen televisivamente, o que sólo se programan cuando llegan las Olimpiadas o algún español destaca.

Y podría recuperar el cine. Yo me hice cinéfilo en gran medida porque de niño en la tele aún ponían ciclos de Paul Newman, de Alfred Hitchcock, cine de autor… cosas que la llegada de las privadas y la necesidad de competir contra ellas eliminó totalmente.

No olvidemos la gran y añorada ausente: la programación infantil. Los de mi quinta (treintañeros) recordamos que al volver del cole por la tarde, nos comíamos el bocadillo viendo a Espinete. Se nos dedicaba una hora con una programación específica que era educativa y a la vez divertida. Hoy no se pone nada para los niños, si acaso dibujos animados generalmente violentos o que trasmiten valores claramente nocivos (Hannah Montana, High School Musical y demás horrores Disney que les meten en la cabeza el rollo del triunfo, la competitividad, los populares contra los “perdedores” y toda esa mierda). Puede que los niños de antes fuéramos más inocentones e ingenuos, pero creo que el “salvajismo” que existe en los actuales se debe, en parte, a la falta de estímulos positivos que reciben. La televisión podría contribuir a ello.

Por supuesto, sé que esa televisión pública utópica que les intento transmitir aquí nunca se dará. Porque, aunque haya medios y voluntad, estamos en España, y aquí las cosas, simplemente, no funcionan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo suscribo, pero a lo mejor salirse del formato pantalla sería hasta bueno.
Bardino7

capitanguanche dijo...

cuánta verdad hay en tus sabías palabras... si luego la mayoría pagamos tv por satelite para poder ver lo que nos gusta.
si lo comparamos con la seguridad social, donde no te queda más cojones que aceptarla y pagar,siempre que el servicio fuese aceptable, nadie pagaría por ir al médico, en este caso los canales de pago. ¿me se entiende?.
un abrazo, y arriba el tete.