29 septiembre 2008

Saludos a Butch Cassidy


Paul Newman nos ha dejado. Elegante hasta el final, murió en su casa, rodeado de su familia, cerca de Joan woodward, la mujer con la que protagonizó uno de los romances más serenos de Hollywood.

A los cinéfilos nos queda la amargura de saber que nunca veremos más en pantalla a este enorme intérprete dotado con un sexto sentido para dar con el tono justo en cada interpretación: sobrio en “El buscavidas”, absolutamente desquiciado en “El juez de la horca”, burlón en “El castañazo”, irónico en “Harper, investigador privado”; intenso en “La leyenda del indomable”… siempre con el matiz preciso en su papel, lo cual le permitió escapar del encasillamiento y no caer en esa repetición de tics que han hundido el prestigio de otros intérpretes como Pacino, De Niro o Nicholson, que llevan demasiados años haciendo su numerito y vilipendiando así su propia leyenda.

En Newman confluyeron dos grandes tendencias interpretativas: formado en el Actor’s Studio, poseía la técnica necesaria para involucrarse emocionalmente hasta el límite en personajes complejos, como demostró en “Marcado por el odio” o “La gata sobre el tejado de Zinc”. Sin embargo, también poseía la naturalidad, el carisma y el timing cómico de las estrellas anteriores a los años cincuenta. En Newman se dio de esta manera una fusión armónica de dos vertientes del arte dramático casi antagónicas. Ese era su milagro: podía jugar indistintamente tanto en la liga de Brando como en la de Bogart.

Sus azules ojos tristes, combinados con una sonrisa socarrona, eran un arma de encanto masivo. Quizá por ello, su única asignatura pendiente fue encarnar a un villano memorable. Lo más cerca que estuvo fue en “Camino a la perdición”, y le dio un toque paternal al personaje que evitó que lo odiáramos. Y es que, por mucho que lo intentara, ¿quién podría haber creído que el bueno de Newman era mala gente?


Hoy revisaré de nuevo “El golpe”, con la esperanza de que, al igual que en esa película, la muerte del actor sólo sea una treta para escapar airoso del malvado de turno. Newman no ha muerto, simplemente se ha fugado a algún recóndito paraíso, llevándose consigo el botín de nuestra admiración.

Paul, cuando llegues, saluda a Butch Cassidy de mi parte.


(Foto: Newman como Butch Cassidy en "Dos hombres y un destino")

1 comentario:

Maria dijo...

Sin duda alguna una gran pérdida para el cine, el adiós de esos irrepetibles ojos

un saludo!!