28 julio 2010

Olé por Cataluña

El Parlamento de Cataluña ha aprobado una ley que prohibirá a partir del 1 de enero de 2012 las corridas de toros en esa comunidad autónoma. Se une así a Canarias, en la que desde hace ya muchos años está proscrita esta bárbara costumbre (por una vez, somos pioneros en algo bueno en esta tierra surrealista).

En este blog he sido furibundamente antitaurino, así que, como comprenderán, hoy estoy más feliz que una perdiz. Como ya he explicado, puedo entender que esto haya sido una centenaria tradición, pero las tradiciones lo son… hasta que dejan de serlo: llega una época en la que los usos e idearios de una sociedad evolucionan, dejando obsoletas determinadas costumbres.

La etnografía me parece perfecta, y hay muchísimas prácticas ancestrales que deberíamos conservar, incentivar e, incluso, recuperar si se han perdido. Pero no todas las tradiciones son respetables, y los toros son una de esas. Con la excusa de "es la tradición", se ha intentado justificar mucha barbaridad, y no me refiero a la tauromaquia exclusivamente. Con ese argumento, se podría defender desde el burka hasta la ablación del clítoris porque, "es la tradición". Y puede que lo sea pero, ¿hay que respetarla?

Por ello, apoyo recuperar la agricultura tradicional, fomentar y dignificar el empleo rural, la pesca, muchas manifestaciones culturales en vías de desaparición (cantes, danzas, literatura oral, juegos), gastronomía, etc. Pero otras, como los toros, lanzar cabras desde el campanario, encierros en los que se hostiga a vaquilla, peleas de gallos y perros y cosas así, ojalá se extingan. Y me importa un comino si "son tradición" o no.

El sufrimiento y la muerte de animales no pueden seguir formando parte de nuestro acervo cultural. Y por favor, déjenme a Goya, Hemingway y Picasso en paz: si ellos también eran unos bárbaros que disfrutaban de este espectáculo, pues estupendo: eran grandes artistas, pero desde luego que si los admiro, no es precisamente por su querencia hacia este tipo de espectáculos; es más, para mí esa afición suya es la constatación de que hasta los genios se equivocan.

De todos modos, conociendo a esta España cañí nuestra, no auguro mucho futuro a esta histórica decisión: seamos realistas, en España se ha llegado a cometer la barbaridad (para escarnio de pintores y escultores) de darle la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes a un par de estos matarifes disfrazados de tontaina (porque manda collons con el traje de luces…)

Además, estamos hablando de un sector que mueve millones de euros (vean los cachets de los toreros), tiene muchos admiradores (incluso en la mal llamada prensa del corazón, que hoy por hoy es la que mueve el parné en la mediasfera patria) y está muy arraigada en la España mesetaria, con Madrid en la cabeza, que es donde se mueve el poder de este reino.

Si a eso le sumamos que la decisión ha sido adoptada en una comunidad autónoma con veleidades independentistas, los defensores de esta bárbara costumbre (a la cual me niego a llamar Fiesta Nacional) presionará para crispar la situación y que el Tribunal Supremo, el Constitucional o el que sea revoque esta norma. Y si no, al tiempo: por desgracia, no le auguro mucho futuro a esta prohibición, pero debemos considerarla, al menos, una victoria ética.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo, pero me mosquea esa moda de prohibir. Los toros son una barbaridad, pero no me ha gustado el modo en que se ha producido este hecho, mezclado con el nacionalismo.

Bardino7

Unknown dijo...

Es verdad que Cataluña lo ha utilizado como método de presión contra el gobierno central. Pero también es cierto que la España no nacionalista (PP y adláteres) también han convertido el tema en una cuestión identitaria, de modo que la cosa quedó más o menos en que o eras un separatista antituaurino, o un patriota aficionado a los toros. Como siempre, aquí no hay término medio que valga.

Y, de todos modos, cabe recordar que todo esto lo comenzó una iniciativa popular, una recogida de firmas para solicitar la discusión de este asunto en el parlamento. Más legítimo imposible. Como dijo Juan Cruz en El País, si el resultado hubiera sido el contrario, los ABC, Mundos y compañía hoy, en lugar de estar soltando sapos y culebras, estarían hablando de la madurez democrática de Catalúña.

Política la margen, a mi me vale la cuestión de fondo: que ya no habrá toros, y que cunda el ejemplo (aunque ya te digo, estos empezarán a apelar y al final quedará en nada).