12 diciembre 2006


La Sombra lo sabe…

Para un friki comiquero como yo, leer que Sam Raimi producirá tras Spider-Man 3 una nueva versión cinematográfica de La Sombra supone un gozo mayor que el que sentiría un madridista si oyera que Ronaldinho se rompió las paletas, o si un melómano tuviera conocimiento de la electrocución (no mortal) de Luis Cobos cuando manejaba un sintetizador.

La Sombra es un personaje nacido en la literatura pulp, que pronto arribó a la radio, con un joven Orson Welles proclamando el inmortal lema del personaje: “¿Quién sabe qué mal se oculta en el corazón de los hombres? La sombra lo sabe…”. Con el tiempo llegarían los seriales serie B de cine y, ya en los 70, al comic, donde la encarnación que realizó el dibujante Mike Kaluta sigue siendo una referencia. No es un personaje muy popular, y mentiría si dijera que soy un gran seguidor y conocedor de su saga. Pero siempre me ha encantado la iconografía del personaje: su nariz aguileña, su gran sombrero, su gabán negro, su bufanda roja y su risa tenebrosa.

Además, es un personaje que por méritos históricos merecería tener más reconocimiento, ya que es el padre fundador de los superhéroes modernos: Batman le debe mucho a este oscuro luchador por la justicia, y en general todos los justicieros enmascarados que se valen de sus poderes, ingenio y recursos para combatir el crimen, ocultos tras una identidad civil de millonario pusilánime.

En 1994 se rodó una lujosa adaptación cinematográfica en la que el normalmente acartonado Alec Baldwin encarnaba con inusual convicción al personaje, acompañado por una excelsa partitura del gran Jerry Goldsmith. Pero, por desgracia, la historia narrada era demasiado irónica (a veces parecía una parodia), el héroe salía demasiado poco y no todo lo espectacularmente que debiera y, en general, a los cineastas les pareció más interesante hacer exhibición de la lustrosa dirección artística de la cinta que de narrar una historia excitante que nos dejara con ganas de ver más aventuras del justiciero.

La historia de amor de Sam Raimi con La Sombra es lejana: tras las dos primeras partes de Posesión Infernal, la intención del joven Raimi era acometer la adaptación de este héroe pulp, pero los derechos del personaje eran muy caros, por lo que Raimi decidió hacer una versión apócrifa, llamada Darkman. Cierto es que la cinta toma más elementos prestados de El fantasma de la ópera, pero la oscuridad y, sobre todo, el gran sombrero y el abrigo están ahí.

Ya muchos especulan con que Raimi no se limitará a producir la nueva cinta, sino que acabará dirigiéndola. Sería una buena noticia, ya que ha demostrado en sus filmes del hombre araña ser capaz de manejar una fantasía exagerada sin perder de vista el interés de la historia (si bien muchos sentimos que Raimi ha domesticado el trepidante y excesivo estilo del que hacía gala en sus primeras cintas).

Una Sombra dirigida por Raimi sería mucho. Si volviera a hacer locuras con la cámara, sería más. Y si reutilizara el tema musical de Jerry Goldsmith, la cosa alcanzaría niveles orgásmicos. Pero si además al personaje lo encarnara su coleguita Bruce Campbell, el actor desconocido más carismático del universo, …eso ya sería demasiado.

(Foto: Alec Baldwin, La Sombra en el film de 1994)

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