Expiación
Fui a ver esta película con muy pocas ganas. Mi motivación básica era discernir por qué diantres había acaparado tantas nominaciones a los Oscars y a otros premios, pero a priori no me llamaba nada la atención, pues pensaba que sería el típico melodrama lacrimógeno a lo Hollywood. Y encima con Keira Knightley, una chica que no me entusiasma ni como actriz ni como fémina.
Y salí del cine desbordado y apabullado por lo que acababa de ver. Una cinta emocionante, narrada con mucha pericia y algo de atrevimiento, que deja bastante poso cuando sales de ella. Y, por cierto, la Knightley (como actriz y como fémina) muy bien, como el resto de actores. Sería un error despacharla aludiendo a su "clasicismo", ya que, pese a relatar una peripecia de la 2ª Guerra Mundial, lo hace con una narrativa muy actual y el resultado es de una modernidad abrumadora.
Frente al relator clásico-omnisciente que nos muestra toda la acción objetivamente y "desde fuera", en esta película se juega continuamente con el punto de vista. El narrador está cambiando constantemente y, de hecho, en un par de ocasiones nos muestra consecutivamente la misma acción desde dos perspectivas distintas, dejando al espectador el trabajo de reconstruir la trama a través de los diferentes testimonios. Rizando el rizo, se llegan a mostrar hechos que sólo suceden en la cabeza de algún personaje, o que directamente nunca llegaron a suceder.
Esta narración no es un mero capricho, sino que engarza con la temática de la cinta: los malentendidos, o cómo unos hechos malinterpretados pueden desembocar en tragedia. Por ello, tan importante resulta ver qué sucede, como conocer qué es lo que no saben los personajes, y de ese modo entender por qué llegan a conclusiones tan erróneas.
Pero lo mejor de todo es que esta narrativa tan poco tradicional fluye con la misma claridad que una cinta clásica. No estamos ante una de esas películas que presumen de su artificio narrativo haciéndolo excesivamente patente (tipo "Memento", que por otro lado está muy bien), sino que en todo momento procura ponerlo todo al servicio del personaje y la emoción.
Así, el ya célebre plano secuencia de los soldados ingleses esperando que los rescaten en la playa pasa casi desapercibido porque en ese momento el espectador no se fija en si la cámara hace esto o lo otro, pues está embargado por la desesperación de esos combatientes expectantes. Hasta que uno medita y se da cuenta de que acaba de ver cinco minutos seguidos de película sin un solo corte, una machada que ríete tú de Brian de Palma. Que su director, Joe Wright, no esté nominado al Oscar, es algo que escapa a mi capacidad de raciocinio, y sirve para refrendar la idea de que no hay que darles tanta importancia a los galardones.
Vamos, que la recomiendo sin reservas, aunque advierto que sales de la sala hecho polvo porque es una historia muuy triste.
(Foto: Jamen McAvoy, el prota, durante el mentado plano secuencia)
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