Sobredosis de House
No me refiero a que me haya pegado un atracón de música electrónica de los 90, sino a la serie acerca del famoso médico americano, el Dr. House, interpretado magistralmente por un británico, Hugh Laurie. Tras haber caído a sus pies durante la primera temporada, en la que no fallé ni un solo capítulo ante el televisor (creo), he descubierto que la segunda me está empezando a cansar.
El problema es que visto un capítulo, vistos todos. Comprendo que esa es la filosofía de toda serie de televisión (ya la propia denominación del formato lo indica, serie, es decir, repetición), pero también es cierto que en unas se nota más que en otras. A este paso, House está entrando en el peligroso terreno de El equipo A o Se ha escrito un crimen, cuyas tramas eran siempre las mismas, variando únicamente el nombre de los personajes y la localización (en House ni siquiera eso: siempre sucede en el mismo hospital).
Llega un paciente con síntomas que indican una enfermedad concreta, pero House, por ciencia infusa y porque es más chulo que nadie, dice que no, que es otra más rara. Discute con su jefa, pone en ridículo a sus colegas y al propio enfermo, le hace mil y una perrerías médicas al pobre paciente que no se sabe muy bien cómo resiste, y al final su teoría se confirma. Así un capítulo tras otro.
Reconozco que aún la veo porque me hacen gracia las burradas que dice el personaje, y quizá esa sea la única razón que explique su éxito. Ahora bien, si me encontrara al eminente doctor en la vida real y en plena crisis de salud me soltara alguna de sus genialidades, creo que lo dejaría inválido también de la pierna que le queda buena, de la manera más dolorosa posible.
Ya se empiezan a escuchar por ahí historias de terror sobre doctores reales que, inspirados por este personaje, manifiestan similar desprecio por sus pacientes. Sé que los médicos soportan mucha presión y están quemados. Pero lo mismo les sucede a los familiares de los pacientes de la UCI, así que por favor, déjense de mandangas… o aténganse a las consecuencias: disturbios en urgencias (¡qué bonito titular!).
Al principio veía de rebote Anatomía de Grey porque la emitían inmediatamente después de House. Pero con el tiempo, he de admitir que me gusta más ese folletín sentimental-hospitalario que la serie del médico cascarrabias, a pesar de que su trama principal,el romance frustrado entre el "doctor macizo" y la petarda protagonista, me empieza a hartar con tanto mohín y miradita en el ascensor.
No me refiero a que me haya pegado un atracón de música electrónica de los 90, sino a la serie acerca del famoso médico americano, el Dr. House, interpretado magistralmente por un británico, Hugh Laurie. Tras haber caído a sus pies durante la primera temporada, en la que no fallé ni un solo capítulo ante el televisor (creo), he descubierto que la segunda me está empezando a cansar.
El problema es que visto un capítulo, vistos todos. Comprendo que esa es la filosofía de toda serie de televisión (ya la propia denominación del formato lo indica, serie, es decir, repetición), pero también es cierto que en unas se nota más que en otras. A este paso, House está entrando en el peligroso terreno de El equipo A o Se ha escrito un crimen, cuyas tramas eran siempre las mismas, variando únicamente el nombre de los personajes y la localización (en House ni siquiera eso: siempre sucede en el mismo hospital).
Llega un paciente con síntomas que indican una enfermedad concreta, pero House, por ciencia infusa y porque es más chulo que nadie, dice que no, que es otra más rara. Discute con su jefa, pone en ridículo a sus colegas y al propio enfermo, le hace mil y una perrerías médicas al pobre paciente que no se sabe muy bien cómo resiste, y al final su teoría se confirma. Así un capítulo tras otro.
Reconozco que aún la veo porque me hacen gracia las burradas que dice el personaje, y quizá esa sea la única razón que explique su éxito. Ahora bien, si me encontrara al eminente doctor en la vida real y en plena crisis de salud me soltara alguna de sus genialidades, creo que lo dejaría inválido también de la pierna que le queda buena, de la manera más dolorosa posible.
Ya se empiezan a escuchar por ahí historias de terror sobre doctores reales que, inspirados por este personaje, manifiestan similar desprecio por sus pacientes. Sé que los médicos soportan mucha presión y están quemados. Pero lo mismo les sucede a los familiares de los pacientes de la UCI, así que por favor, déjense de mandangas… o aténganse a las consecuencias: disturbios en urgencias (¡qué bonito titular!).
Al principio veía de rebote Anatomía de Grey porque la emitían inmediatamente después de House. Pero con el tiempo, he de admitir que me gusta más ese folletín sentimental-hospitalario que la serie del médico cascarrabias, a pesar de que su trama principal,el romance frustrado entre el "doctor macizo" y la petarda protagonista, me empieza a hartar con tanto mohín y miradita en el ascensor.
Pero aquí hablábamos de House, y si no mejora, temo que le suceda lo mismo que a Luz de luna y Ally McBeal, series que comenzaron rozando la genialidad y terminaron siendo tostones insufribles.
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